Muchas personas aluden a Julia de Burgos del brazo con su río, el “Río Grande de Loíza”. Dicho sea de paso. Escribió ese gran poema en el Barrio Cedro Arriba de Naranjito a dónde fue a ejercer como maestra, moviéndose a caballo la mayor parte del tiempo.
Ese poema lírico romántico explota, por decirlo de alguna manera, en su verso final con el clamor del “esclavo pueblo”. Creo que no es el mejor poema suyo, pero es el más conocido. Ahí muchos la han dejado anclada sin ver nada más de ella. Creen que Julia es eso y nada más, poesía amatoria, romántica, que algunos las confunden e intercambian. Sabido es que el amor es uno de los tantos temas románticos. La creen habitando solo y sola un puro lirismo y habría que moverse a otros ámbitos para descubrirla en su totalidad.
Ella es mucho más: es la del lirismo acendrado, la del dolor de la patria, la de su propio dolor, la del amor visceral, la del desamor, la de la maternidad frustrada, la del autoexilio, la de la soledad, la de la infancia encantada, la de la mujer frente a la mujer, la de la naturaleza y la de no acabar. Todo para desembocar en la poesía social y política.
A veces no es tan fácil deslindar un tema de otro porque la poeta deja fluir su inspiración y su transpiración sin un control consciente. Se mezclan los dos temas, más de una vez, porque la política incide en lo social y viceversa. He espigado veintiún poemas sociales y políticos. No sé si es lo menos visible o lo menos estudiado o ambas cosas.
A ella en esa poesía no se le escapa el racismo en “Ay, ay de la grifa negra”, ni tampoco la clase trabajadora en el arrabal en “Desde el Puente Martín Peña”, alude a los hombres muertos en el campo de batalla en “Ochenta mil”. Hace referencia a personas de la política como Rafael Leónidas Trujillo, Simón Bolívar, José Martí y Pedro Albizu Campos. Destaca lugares como la Barriada La Perla. Luego de ese reclamo cierra el poema con esperanza cuando se junten las dos razas, la blanca y la negra para forjar el futuro de América.
En “A Julia de Burgos” se enfrenta a sí misma en un desdoblamiento dramático donde la Julia de Burgos esencial se enfrenta a la que está ligada a los convencionalismos sociales. Es el choque de la esencia contra la apariencia.
“Desde el Puente Martín Peña” comienza con un lirismo que contrasta con el tema que le ocupa; la contemplación de la miseria desde ese puente, como si la pobreza se pudiera contemplar impunemente. No lo hace como el que no puede hacer nada, sino incitando a cada habitante a levantarse para rebelarse en contra de su situación. Claro está que el poema va subiendo de tono y pasa de esa contemplación a una arenga final para que esos pobres se levanten usando sus puños como armas. Aquí encontramos acordes de “Somos puños cerrados”, el cual comienza “Somos huelga en los muelles” para cerrar repitiendo el título “Somos puños cerrados”.
El “Himno de sangre a Trujillo” es un poema denso, fuerte, descarnado, para hablar del personaje que le ocupa, el cual no es necesario ponderar. De arriba abajo es una imprecación que es “proferir palabras con que se expresa el vivo deseo de que alguien sufra mal o daño”. Aquí podemos dar de lleno con el ojo por ojo y diente por diente.
El poema comienza con un cante jondo, recuerdo de los moros en España. Este trabajo es una musicalización de 24 poemas de Julia que se dio cuando un grupo de españoles la descubrieron hace algunos años y quedaron prendados de ella. Los escuché en la Universidad de Puerto Rico el 23 de febrero de este año 2014. Tiene un redoble de tambor que semeja una marcha militar. Si impresiona el cante jondo, más lo hace ese tambor.
En el poema “Ay, ay de la grifa negra” la poeta muestra la conciencia de su raza. Expresa la pena de que su abuelo haya sido el esclavo, pero si hubiese sido el amo, sería su vergüenza. El mismo termina con una nota de esperanza porque ella tiene la visión de la fusión de la raza negra con la blanca para hacer la raza trigueña que va “¡ a ser la del, fraternidad de América!”.
Dos cánticos a Martí. En “José Martí” (Mensaje) y en “Canto a Martí” reconoce que éste puede ayudar a Puerto Rico, aunque sea cerca de su muerte, la de la poeta; a conseguir su libertad. Lo reconoce como el gran héroe y poeta que fue.
Dos grandes de América. Junta a Pedro Albizu Campos y a Simón Bolívar. No solo tiene una oración a don Pedro Albizu Campos, sino también “Una canción” para él. Siendo ella Hija de la Libertad, en la militancia nacionalista, reconoce y admira la figura de don Pedro como el gran conquistador de libertades.
Mucha gente no sabe que él llegó a dominar seis idiomas modernos y dos clásicos, fue el primer puertorriqueño y negro que se graduó de Harvard en leyes y en ingeniería. A pesar de su militancia nacionalista hizo una carrera militar en la cual se destacó, aunque tuvo que enfrentar los prejuicios en esa época contra los puertorriqueños y los negros. Fue fundador del Partido Nacionalista, pero también de los Caballeros de Colón en la rama católica.
De este hombre hay más prejuicios que juicios basados en la realidad. Un tío político cuestionó recientemente el por qué habían bautizado una escuela con el nombre de ese “comunista”. Él no sabe que la cortina de hierro se cayó hace bastante tiempo y ese epíteto está en desuso.
Los dos poemas lo retratan como un iluminado por la causa de la independencia de Puerto Rico.
Bolívar, a su vez, fue el arquitecto de gran parte de la independencia de América del Sur, a pesar de haber tenido una vida muy corta. La moneda de Venezuela fue acuñada en su nombre. Bolivia toma de él el nombre del país y Perú no fue ajeno a sus hazañas.
Dos acontecimientos dispares y semejantes. “Domingo de Ramos” no es un poema religioso como dijera una escritora boricua dejándose llevar por el título. Fue la cruelmente famosa Masacre de Ponce en el 1937, un Domingo de Ramos, que una manifestación pacífica que fue reprimida y hasta hoy no se sabe cuántos murieron.
“El 23 de septiembre” se refiere al Grito de Lares, gesta en el 1868, que fue adelantada porque hubo una indiscreción o, como decimos acá en Puerto Rico, alguien choteó. Desde ese momento se hacen peregrinaciones al Altar de la Patria, el pueblo de Lares, en el centro de la isla.
Recapitulación. No hemos pretendido agotar el tema, ni mucho menos analizar en detalle cada poema, ni todos los poemas. De hecho, hemos cotejado unos veintiuno sobre el tema social y político, pero hemos analizado sucintamente unos once que es casi la mitad del total. Nos hemos topado con la dificultad de que casi no hay crítica al respeto. Lo que hemos presentado es el análisis breve que hemos podido hacer en el poco tiempo que hemos tenido para el tema.
En los poemas más panfletarios surge la Julia lírica. Esta poeta desconocida por muchos y, más aún, en estos poemas. Repetimos que esto es una visión a vuelo de pájaro que no pretendió agotar las riquezas de esos poemas.
Tenemos una deuda inmensa con la poeta y el deber de todos es conocerla y darla a conocer. Más allá de buscarle romances falsos y rumores que no abonan a su figura, debemos comprometernos a quitarle polvo y paja a su nombre. Sabemos que el gran amor de ella fue Juan I. Jimenes Grullón, político e intelectual dominicano, y en eso no hay dudas.
Un poeta menos conocido fuera de Puerto Rico lo fue Luis Llorens Torres, quien fuera muy amigo de ella. Se le ha vinculado también sentimentalmente con el escritor y político Juan Bosch, pero nada más lejos de la verdad. De hecho, ella fue muy amiga de Lili, esposa de Juan Bosch, quien fuera el que le presentó los poemas de Julia a Pablo Neruda. Él fue el que dijo que ella llegaría a ser “una de las mejores poetas de América”. Yo lo creo y te insto a que lo compruebes.
Sobre el autor. El poeta puertorriqueño César Abreu Volmar ha sido profesor de Literatura durante muchos años de la Universidad de Puerto Rico y ha publicado una docena de libros. Entre sus obras están las tituladas “Espadas para el Alba”, “Lecciones en el Reino de las Águilas”, “Mariposas en el Radiador” y “Cómo Viendo lo Invisible”.