El recuento es necio, quizás impertinente, cuando los temas coyunturales, la inmediatez, pugnan para ocupar espacios. La bibliografía es profusa, los testimonios sobran, aunque el tiempo y el agobio acallen las voces. El silencio nunca ha sido remedio, al contrario, agrava enconos y encubre. En Europa, el efecto devastador de la pandemia en la ancianidad, ha provocado además de la muerte de tantos ochentones, el temor a la desaparición del testimonio. No habrá relato vivencial del drama bélico y su secuela, ese que ayuda a entender la dimensión del horror. El periodista Jason Horowitz, comenta en The New York Times -11.06.2020- esa consecuencia intangible de la pandemia. Con la muerte de los ancianos, víctimas del covid-19, “se borran los recuerdos de una generación que vio de cerca las ideologías y los crímenes que convirtieron a Europa en un campo de exterminio.” Rita Magnani -Asociación Nacional de Partisanos Italianos- comenta en el reportaje: “…estamos perdiendo a las personas que nos pueden contar en primera persona lo que pasó. Cuando perdemos la memoria histórica, nos perdemos a nosotros mismos.” Antes del coronavirus, analistas atribuían el resurgimiento del fascismo, la glorificación de Hitler y Mussolini, al silencio y a la manipulación de los testimonios de ciudadanos que sufrieron en carne propia la represión y la carencia. Aquí, en el país, existe un porcentaje importante de la población, sin interés por el pasado reciente. Protagonistas y sobrevivientes permanecieron mucho tiempo callados, impidiendo que el testimonio atrajera y permitiera saber. Esa población desconoce las ocurrencias post 30 de mayo del 1961 y menos le interesan los avatares del trujillismo. Apuestan que ese pasado no ha influido en sus vidas, empero, sin la superación del mismo el disfrute de sus derechos no sería posible. Más de seis décadas han transcurrido, con sus alborotos y pendencias, después de las epopeyas de junio, primero en el 1949, luego en el 1959. El recuerdo asoma a la puerta de un mundo diferente. Procede la necedad de la evocación porque tanto arrojo no puede quedarse en el baúl de las congojas familiares y de correligionarios. Sin los estragos de la pandemia en la generación protagonista, como ha ocurrido en Europa, la dejadez ha sesgado la esencia y la difusión de los hechos que marcaron la historia en Luperón -1949- Constanza, Maimón, Estero Hondo-1959-.De la expedición que desembarcó el 19 de junio en la Bahía de Luperón, el historiador Roberto Cassá afirma que “la abortada tentativa expedicionaria, contribuyó, a consolidar a Trujillo, aunque fuera solo en la instancia moral, pues le permitió presentar una imagen de invulnerabilidad, reafirmada por el referido equilibrio favorable a él en la cuenca del Caribe. (Conferencia ADH)”Fallidas esas empresas heroicas, la última marcó el inicio del fin de la tiranía que desde el 1930 se había adueñado de conciencias y territorio. El miedo y el mandoble doblegaron los atisbos de reivindicación, el oportunismo también. Una minoría fue persistente, aunque la tenacidad fue proporcional al exterminio. La delación, la intromisión en los grupos locales y en el exterior, provocaron el recibimiento sangriento a las legiones que amarizaban, aterrizaban y escuchaban, decepcionados, un “Viva Trujillo” como bienvenida. Los sobrevivientes, pudieron compartir el recuento de torturas y agravios. La venganza fue tal contra los que se atrevieron a tentar la fuerza del régimen, que Tomás Báez Díaz siempre comentaba el ánimo conturbado de Juan Tomás Díaz, después de presenciar la magnitud del maltrato a los jóvenes que aterrizaron el 14 de junio de 1959 en el Aeropuerto Militar de Constanza. Las torturas redujeron a los insurgentes convirtiéndoles en guiñapos. Tan grande fue aquello que logró perturbar al connotado trujillista, compueblano del sátrapa y ligado por viejos lazos de amistad a la familia Trujillo. Jefe militar en el Cibao Central, encargado de enfrentar el grupo que aterrizó en Constanza, aquella experiencia, fue decisiva para participar en la conjura contra su jefe. El pasado nos determina, las fechas inquebrantables de junio obligan su mención. Evitemos perder la memoria histórica.