El empresario Ángel Rondón Rijo, señalado como la principal figura del entramado de corrupción en el caso Odebrecht, por lo que fue condenado a ocho años de prisión por soborno y lavado de activos, fue sacado de la lista negra de la Oficina de Control de Activos Extranjeros, en la que son incluidas organizaciones y personas que tienen restricciones para hacer negocios en Estados Unidos por haber cometido delitos que se consideran graves.
Rondón Rijo, el único condenado junto al exministro de Obras Públicas, Víctor Díaz Rúa, en un caso de megacorrupción transnacional que involucró a 12 países del continente latinoamericano, fue incluído en esa lista en el 2017, estando en la presidencia Donald Trump, momento en el que se le prohibió la entrada a territorio norteamericano y les fueron congeladas sus cuentas y activos en Estados Unidos, cuentas y propiedades de las que ya podrá disponer al serle levantada la sanción.
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Consultado por un periódico, el hombre al que se acusó de recibir 91 millones de dólares de la empresa brasileña para repartirlos entre legisladores y altos funcionarios del gobierno recordó que un juez de la Suprema Corte de Brasil eliminó todas las pruebas obtenidas mediante acuerdos de colaboración con la constructora brasileña, las cuales afectaron a varias personalidades del mundo, incluyéndolo a él, quien al igual que Díaz Rúa se encuentran en libertad condicional. Y para los que no sabían que es un fiel creyente en Dios, en sus obras y milagros, el empresario atribuyó la decisión de Estados Unidos a la justicia divina. “Yo dije antes, y ahora me toca repetirlo: la justicia perfecta es la justicia divina. La terrenal es susceptible de equívocos, pero al final la razón se impone y el bien triunfa sobre el mal”.
A quien Dios se lo dio, dice el conocido refrán, que San Pedro se lo bendiga, pero no tanto –agrega este humilde servidor– que nos impida distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto, y la verdad de la mentira, tan distintas y tan parecidas.