La participación política es la expresión organizada de los derechos ciudadanos, los cuales se ponen de manifiesto a través de los diferentes espacios político que tiene un Estado. Por eso la participación política no puede interpretarse únicamente como el ejercicio del sufragio electoral, pues esta va más allá, es decir, que se deben generar las condiciones para que todos y todas los ciudadanos/as puedan expresar sus ideas, defenderlas y promoverlas en condiciones de equidad e igualdad.
La participación política está sujeta a parámetros éticos, que comprometen el accionar de sus actores y traza los límites de este ejercicio ciudadano. De igual forma, se sujeta a los principios que establece la democracia, específicamente a la libertad, la igualdad, la equidad y sobre todo, la pluralidad de las ideas.
Cuando la participación política se sale de los límites anteriormente expuestos, cae en un proceso de descomposición, que termina desviándola de su curso natural y la reduce a su mínima expresión, que es votar.
Esta reducción de la participación política ha transformado la esencia misma de la política, llevándola a promover la búsqueda de intereses individuales, no los colectivos, a limitar el acceso de las nuevas generaciones, para preservar pequeños grupos en las estructuras de los partidos.
Sin lugar a dudas, que uno de los aspectos fundamentales que propicia la participación política, es poder dinamizar los procesos sociales, contribuyendo a la formación de ciudadanos críticos y responsables. De ahí que, la participación de los jóvenes en la política es uno de los principios determinantes, para que una sociedad pueda desarrollarse. Pero si la juventud encuentra barreras en el sistema político, que limita o desmotiva su participación, es elemental, que estos mostrarán apatía hacia esta práctica política.
En nuestro país limitan la participación política de la juventud a la promoción y búsqueda de votos, siendo esto una negación de sus derechos y la razón de la indiferencia que muestran los jóvenes para interesarse por la política. Esta utilización de la juventud ha ido generando una destrucción gradual del sistema de partidos en nuestro país, que se refleja en la ausencia de ideologías, que es igual la falta o ausencia de paradigmas, de principios, de compromiso, de credibilidad.
Sin participación de los jóvenes en la política seguiremos aumentando su distanciamiento de la misma, haciendo mucho más costosos los procesos electorales y sobre todo poniendo en riesgo la gobernabilidad democrática.
La participación política de la juventud no puede esperar, no es cuestión de cuotas, ni de favores, es un derecho innegociable, que contribuirá con el desarrollo nacional.