La información corrió como pólvora. De inmediato, fotografías y videos se hicieron virales en redes sociales y medios digitales. El caso no podía ser más triste: se trataba de Kiara Romero, una comunicadora y modelo francomacorisana que, según informó luego Franklin Romero, un tío de ella, se lanzó de un tercer piso con fines suicidas.
Si vamos, como deberíamos, más allá del morbo, más que hurgar en la vida personal de Kiara, lo productivo sería a partir de este caso reflexionar acerca de la salud mental y la depresión en nuestro país.
Y es que en el primer semestre de este año, indica un artículo del Listín Diario, 310 dominicanos y dominicanas se quitaron la vida y, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, el 4.7% de la población dominicana sufre depresión, enfermedad señalada como antesala del suicidio.
De hecho, la tendencia mundial es que cada vez más personas padecerán esta enfermedad, por eso urge que, reitero, más allá de centrarnos en el morbo del triste caso de Kiara, identificar las medidas que como Estado, como sociedad y como ciudadanos y ciudadanas, podemos y debemos tomar para erradicar este mal y evitar que otras personas se sientan tan tristes y solas que vean como única solución quitarse la vida. Iniciando por lo macro, en el plano de las políticas públicas, los servicios de salud mental deben mejorar. Y sé que tal vez algunas personas dirán que, si no lo hacen los servicios generales, es difícil que lo haga lo de esta área, pero, ciertamente, la urgencia es grande.
El doctor José Miguel Gómez, a quien considero una lumbrera en este y otros temas, y quien es articulista de este diario, ha dicho de manera reiterada que los servicios de salud mental deben llevarse a los centros de atención primaria.
Yo secundo esta propuesta (siendo optimista y confiando que los centros de atención primaria funcionarán todos y pronto), porque el costo económico de las consultas privadas y los medicamentos es inaccesible para una parte importante de los dominicanos (el 78.6% de los trabajadores gana sólo hasta RD$25,000 mensual).
Además, urge que, desde instancias como el Ministerio de Salud, se desarrollen campañas de prevención permanentes. Ambas acciones deben acompañarse de la concienciación a nivel individual y familiar, esa que dote a los ciudadanos de la información y empoderamiento necesario para pedir ayuda cuando la necesite, y a las familias a identificar este cuadro a tiempo, que lleva síntomas como trastornos del sueño y frases como “la vida no tiene sentido”, porque conocerlos o no puede ser la diferencia para actuar a tiempo antes de que se pierdan más vidas.