La novela “La Cuna del Escorpión”, de la escritora dominicana Priscilla Velázquez Rivera, obtuvo el “Premio de Novela Manuel de Jesús Galván” en el 2021, otorgado por el Ministerio de Cultura. Previo a su escogencia la leí y quedé fascinada.
La novela con influencias del realismo mágico, recrea un tiempo pasado, es una especie de espejo convexo, mezcla de la ficción y la narrativa histórica. La poderosa imaginación de Priscilla Velázquez construye momentos y personajes que van conformando un entramado histórico y genealógico, del que surge una figura bestial, “El Escorpión”, metáfora del mal, nacido en un lugar imaginario “Marabunta, situado al sur de la isla, que ha marcado la historia de nuestro país. La novela trasciende lo local, la sociedad, el hombre hoy como ayer, con sus luces y sombras, ha sido “el arquitecto de su propio destino”.
Cuando me enteré que esta novela convertida en una obra teatral sería llevada a escena, con un pequeño cambio en el título “La Abuela del Escorpión”, me sentí un poco escéptica, pero a la vez curiosa, y asistimos a su estreno en la sala La Dramática, de Bellas Artes.
Puede leer: ¿Qué ver este fin de semana? Aquí te dejamos buenas opciones
Trasladar a la escena ese mundo de la narrativa de una novela no es una tarea fácil, es un trabajo de intertextualidad que deberá condensar la esencia de la obra y su proyección en la escena. Manuel Chapuseaux como acucioso demiurgo y adaptador, no pretende la transformación del texto, y respetándolo en una impecable adaptación, escoge escenas y personajes básicos, sintetiza todas las páginas elaborando una dramaturgia capaz de convertirse en un monólogo teatral, en el que permanecen los valores dramáticos de la novela.
Pero nada tiene sentido en el teatro si no hay una presencia capaz de transmitir con verosimilitud, todo el contenido de la obra, y es aquí donde Chapuseaux logra otro acierto al escoger a la joven actriz Clara Morel para interpretar a Silveria, la abuela paterna, especie de narrador, que va mutándose en una serie de episodios que relatan dramas humanos con personajes violentos, abusivos, metafóricamente la abuela se desnuda.
Clara Morel crea su espacio lúdico, en cada escena da muestras de versatilidad, y en un despliegue de matices y emociones propicia la magia con palabras, silencios, y el elocuente accionar de su cuerpo, logrando establecer esa relación fundamental con el espectador, y con pinceladas de humor consigue la relajación de la absorta platea.
Manuel Chapuseaux imprime a la pieza un ritmo adecuado, elemento sensible en la percepción del espectáculo, que permite la fluidez y las transiciones entre escenas, pero además como verdadero artista renacentista, diseña las luces, con pocos elementos construye el espacio escenográfico, y escoge segmentos musicales como elemento acompañante, para recrear una atmósfera acorde a la situación dramática. Un personaje vital que trabaja en tiempo real es el Regidor, Canek Denis cual tejedor, agujeta en manos, realiza una labor impecable coordinando todo el tejido de la representación.
Utilizado como signo lingüistico por la autora, Chapuseaux lo convierte en onomatopeya sonora, que busca más que reflejar un simple sonido, así, escuchamos el intermitente Kich-kich-kich-kich que produce la actriz con su baqueta, especie de puntos suspensivos….enlace, suspenso…
Con mayor o menor dosis dramática las escenas de violencia, dolor, sexo, violación, seducción, lactancia, se suceden; un particular instante lo produce el desnudo estético, metateatral, de la actriz, como parte de la poética del director. Pero Clara Morel literalmente se desnuda en cada escena.
El climax de la obra llega en la última escena, el parto de Julia, la hija de la abuela. Tras los movimientos convulsivos nace la criatura y cuando es despojada de la manta que la cubre para ser mostrada, el momento se torna impresionante, tristemente emocionante, la criatura descubierta es un bicornio emplumado, la metáfora visual no pudo ser más efectista… había nacido el Escorpión, aquel que con sus tentáculos nos oprimió durante treinta años.
En un acto reflejo, el público atónito se levanta y aplaude calurosamente, ha sido testigo de una obra que marcará nuestra historia teatral.
Hace algún tiempo avizoramos una luz en el espacio, que se ha convertido en una estrella que brilla en nuestro firmamento. Es la actriz Clara Morel. Esperamos esta obra pueda volver a escena para el disfrute de los amantes del buen teatro.