La ADP siendo la ADP

La ADP siendo la ADP

Claudio Acosta

Se supone que la ADP, los maestros, deben velar porque sus estudiantes reciban las horas de docencia necesarias para completar adecuadamente sus aprendizajes en el tiempo previsto, pero sabemos de sobra que eso no ocurre porque el gremio paraliza la docencia en las escuelas por cualquier pendejada, privilegiando su agenda reivindicativa por encima de su compromiso de garantizar la mejor formación posible a sus estudiantes. Se supone que la ADP, los maestros, deben cumplir religiosamente con los horarios de impartir docencia que les corresponden, empezando por la hora en la que tienen que llegar a las escuelas hasta la hora que tienen que abandonarlas una vez hayan cumplido con su deber y por lo que reciben un salario, el mas atractivo de la administración pública. Pero las ocasiones en que algún director ha tratado de colocar cámaras o utilizar otros métodos para controlar las entradas y salidas de los maestros la ADP se ha opuesto a rajatabla, amenazando con protestas y paralizaciones.

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Por eso no debe sorprendernos, ya que se trata de un patrón de comportamiento atribuible a la vagancia o al culto a la mediocridad bien remunerada, que amenace con iniciar un plan nacional de lucha para obligar al Ministerio de Educación a que baje a 60 la puntuación para aprobar la Evaluación de Desempeño que se aplicará a los 120 mil docentes del sistema público.

Algo que rechaza el ministro Ángel Hernández, que insiste en que solo pasarán la prueba los maestros que alcancen los 70 puntos o mas; y agrega un argumento irrebatible: ese es el nivel mínimo conque un docente ingresa al sistema educativo. Después de todo lo visto se entiende, aunque se lamenta profundamente, que sea el propio gremio el que promueva la mediocridad y la deficiente preparación de los docentes, pero es inaceptable que los maestros inicien un plan nacional de lucha para estrujarnos en la cara su desprecio a las aspiraciones de la sociedad dominicana de tener una educación de calidad.

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