La brecha digital de género no es un problema del futuro

La brecha digital de género no es un problema del futuro

Por José Torres, director ejecutivo del Centro de Análisis y Estudio de la Comunicación (CAESCO).

En pleno 2025, y en el marco del mes de la mujer —conmemorado el pasado 8 de marzo—, hay un tema crucial que sigue sin recibir la atención que merece: la brecha digital en República Dominicana. No se trata solo de la falta de acceso a internet o a dispositivos tecnológicos, sino de una desigualdad estructural que afecta principalmente a las mujeres y que, de no abordarse con urgencia, seguirá ampliando la brecha económica y social en el país.

Las cifras hablan por sí solas. Mientras la conectividad avanza en las ciudades, miles de mujeres en comunidades rurales siguen rezagadas, no solo por falta de infraestructura, sino también por barreras económicas, educativas y culturales. A pesar de que las mujeres representan la mayoría en las aulas universitarias, surge una pregunta clave: ¿se está haciendo lo suficiente para cerrar esta brecha?

A menudo se celebra el crecimiento en la cobertura de internet en el país, pero se omite un detalle esencial: tener acceso a la tecnología no significa necesariamente saber utilizarla. La alfabetización digital sigue siendo una asignatura pendiente, y son las mujeres quienes enfrentan mayores dificultades para incorporarse plenamente al mundo digital. En este sentido, los avances han sido parciales, sin abordar de raíz la problemática.

Un análisis reciente de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) revela datos sorprendentes sobre las diferencias de género en el acceso y uso de la tecnología. Aunque las mujeres representaban en 2022 el 82.4% de las personas con un teléfono inteligente, frente al 79.9% de los hombres, su aprovechamiento en el ámbito profesional sigue siendo limitado. La brecha se hace aún más evidente en el mercado laboral: mientras en países desarrollados se incentiva la participación femenina en sectores tecnológicos, en República Dominicana las mujeres siguen teniendo una baja representación en áreas como programación, ciencia de datos e inteligencia artificial. ¿El resultado? Menos oportunidades de empleo de calidad y una perpetuación de la brecha salarial.

Reducir la brecha digital de género no es solo una cuestión de equidad, sino de desarrollo. Un país que no invierte en la capacitación digital de sus mujeres está desperdiciando la mitad de su talento (según sector, más de la mitad). Numerosos estudios han demostrado que cuando las mujeres acceden a la educación y la tecnología, no solo mejoran su calidad de vida, sino que también impulsan el crecimiento económico de sus comunidades.

El sector privado y el gobierno tienen una enorme responsabilidad en este desafío. No basta con garantizar el acceso a internet; es imprescindible fomentar la educación digital desde la infancia y diseñar programas que motiven a más niñas y jóvenes a interesarse en la tecnología. No se trata solo de abrir centros de capacitación, sino de cambiar una mentalidad social que aún ve la tecnología como un campo predominantemente masculino.

Cerrar esta brecha requiere acciones concretas. Es urgente implementar programas de formación digital enfocados en mujeres, desde alfabetización básica hasta habilidades avanzadas en programación y emprendimiento digital. También se necesitan incentivos para fomentar la participación femenina en tecnología, como becas, mentorías y programas de inclusión laboral. Además, garantizar el acceso asequible a dispositivos y conectividad es clave, sobre todo en zonas vulnerables.

Otro aspecto fundamental es la visibilidad y el liderazgo. Se necesitan más mujeres en roles de alto nivel en el sector tecnológico, capaces de inspirar a nuevas generaciones y romper con los estereotipos de género que siguen limitando el desarrollo profesional de muchas.

La brecha digital de género no es un problema del futuro; es un problema del presente. Si seguimos postergando las soluciones, el país continuará desperdiciando el talento de miles de mujeres que podrían estar liderando el desarrollo tecnológico y económico. República Dominicana no puede permitirse seguir avanzando a medias. La tecnología es el camino del progreso, pero solo si es accesible para todos. Y eso significa, sin excusas, cerrar la brecha digital de género de una vez por todas.

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