El de la Cámara de Cuentas fue un allanamiento correcto
Cuando la magistrada Garabito Ramírez dictó la resolución 01-2021, establecía un precedente singular porque desde la fundación de la patria, nunca el hoy órgano constitucional sintió un ejército de fiscales y la batería policial tomando el control de sus instalaciones como resultado de acusaciones a los titulares de la Cámara de Cuentas.
Un Ministerio Público imputando los delitos de obstrucción de justicia, coalición de funcionarios, falsificación de documentos, asociación de malhechores, desfalco y lavado de activos, retrata el drama de una institucionalidad al servicio de enmascarar las peores barbaridades cometidas a ritmo de un discurso “modernizante” y de siglo 21 que, pretendía maquillar, la certificación ética de la gestión gubernamental.
Viene de lejos el hábito, aunque el común denominador consiste en hacer de la Ley 10-04 un sello al servicio del poder.
En el orden práctico, la clase gobernante no tolera el censor riguroso, y en ese orden, se garantizaba que los informes de auditorías retrataran la formalidad legal sin dejar huellas comprometedoras debido al interés pautado por una instancia seleccionadora que, hizo del Senado, puente de complicidades que arregla lo que está mal, haciendo lo que nunca se había hecho.
Por eso, el cuadro para orquestar el régimen de simulaciones e inimaginables pactos encontró en las excelentes referencias del lazo familiar de un histórico juez de la corte de mayor jerarquía, al vástago que, en el punto excelso del ejercicio profesional, le transformó el estatus matrimonial a Michael Jackson para después terminar de cabeza visible del interés politiquero de un tinglado empujado por su concuñado.
Así se arman las cosas en el país. Lamentablemente, lo formal sirve de cobertura en los actos de corrupción.
De ahí los silencios para que la pasada gestión comprara 700 cajeros del banco estatal a 19 mil dólares la unidad, “olvidándose” que el precio en el mercado del dispensador no alcanza los quince mil, y para colmo, la compañía de mantenimiento asignada anda asociada con un exfuncionario de naturaleza insaciable.
A la población le meten goles y desconoce las operaciones del futuro imputado que, en una de sus tantas maniobras, estafó al ingeniero propietario de la obra y el rastro de compensación de la empresa brasileña se encuentra en la torre Paramount al doblar del antiguo edificio del Miami Herald, en el soleado Key Biscayne.
La jugada artera del buen conversador en tiempos de campaña, desdibujado por un “táctico” silencio porque la difunta titular del órgano, en un gesto de obediencia al dador de su cargo, instruyó una altísima dosis de maquillaje a sus travesuras administrativas, ya que al final, República Dominicana “lo tiene todo”. Y hasta el desconocimiento del tema eléctrico hizo del activista y leal cuadro, la fuente de acumulación espantosa por el férreo control ejercido en todo el norte del país y la evidencia de sus ventajas, expresadas con desdén moral en mansiones millonarias.
Lo cierto es que se pasaron. Por desgracia, todo lo que se conoce y está por descubrirse tenía en la Cámara de Cuentas los caminos aceitados que transformaban en cuentos, los múltiples golpes de “mano” revolucionario de aquellos jóvenes idealistas con una enorme habilidad de etiquetarle al resto, el monopolio de la indecencia porque la militancia pura y simple del circuito exquisito al que pertenecían los convertía automáticamente en seres adornados de una moralidad excepcional.
Esperamos años, pero la sociedad sabe de sus malas artes y vocación por la acumulación. Ahora bien, quedarse en el rumor y la impugnación, constituye un empuje de retornos riesgosos inspirados en el dineroducto y la cooptación de cuadros del litoral oficial, confundidos en malinterpretar la sed de justicia con el espíritu vengador.
El deseo es que los nuevos titulares de la Cámara de Cuentas tengan plena conciencia del momento histórico que les tocará dirigir una instancia que, necesita una dosis de adecentamiento en tareas inmediatas llamadas a certificar las inconductas administrativas.
Un allanamiento correcto y toque de trompetas que nos devuelve al ritmo de sentirnos orgullosos de todo el esfuerzo desplegado en los últimos años en la apuesta de derrotar las manías de un segmento de la clase política que no “se quiere enterar” de que, es cierto: estamos en la ruta de un cambio.