La Cámara de Cuentas

La Cámara de Cuentas

Claudio Acosta

Es una lástima, pero también una vergüenza, que una institución tan importante como la Cámara de Cuentas sea escenario frecuente –gobierno tras gobierno– de escándalos y ruidos innecesarios, situación que vuelve a repetirse con el Gobierno del Cambio a pesar de que el principal órgano de control externo de los recursos públicos estrena, como quien dice, nuevos miembros que apenas están conociéndose.

Y todo indica que no solo se trata de que su presidente, Janel Andrés Rodríguez Sánchez, toma decisiones arbitrarias, desconociendo las opiniones de los demás miembros del pleno del órgano colegiado, como denunció recientemente su secretaria, Tomasina Tolentino Makenzie, sino de algo mucho mas delicado y bochornoso pero igualmente preocupante.

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Ayer el vespertino El Nacional publicó que dos empleadas de la dirección juríidica enviaron una carta a la secretaria del organismo quejándose del “comportamiento inapropiado” de su presidente, misiva en la que habrían revelado que éste les hace “invitaciones fuera de lugar vía telefónica y presencial, así como comentarios inapropiados” de los que ya pusieron en conocimiento a sus respectivas familias.

Del personalismo que se le critica a Rodríguez Sanchez se ha pasado a las acusaciones de acoso sexual y laboral, una imputación muy seria que el primer interesado en aclarar debería ser el presidente de la Cámara de Cuentas.

Ya no es posible, como se intentó al principio, esconder el problema, barrer la basura debajo de la alfombra, pues ya no se trata de un simple rumor que alborotó los pasillos del Senado sino de acusaciones concretas a las que debe dársele respuestas también concretas.

Eduardo Estrella, presidente del Senado, y Alfredo Pacheco, de la Cámara de Diputados, deberán reunirse para tratar el problema y ojalá que lo hagan pronto, pues los cuentos de la Cámara de de Cuentas ya pasaron de verdes a colorados.