Octubre es un mes que nos recuerda la lucha contra el cáncer, un momento en el que muchas instituciones se engalanan con luces rosadas y lazos gigantes en sus frentes, realizando capacitaciones y jornadas de concientización.
Esta época del año se convierte en un escenario propicio para exhibir un compromiso con una causa que afecta a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a medida que observamos estas actividades, se hace evidente que, a menudo, la profundidad y autenticidad de la comunicación sobre el cáncer se están perdiendo en el ruido de los actos simbólicos.
Es un llamado a la acción
La lucha contra el cáncer es más que una cuestión de imagen; es un llamado a la acción, una necesidad de crear conciencia, de educar y de apoyar a aquellos que luchan contra esta enfermedad. Las actividades como conferencias, charlas de sensibilización y eventos de recaudación son esenciales; no obstante, la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es un valor que parece estar disminuyendo. No es suficiente con adornar nuestras instituciones con colores simbólicos; necesitamos que nuestras acciones y mensajes reflejen un compromiso real y sincero con la causa.
La coherencia en la comunicación implica que las organizaciones y las personas actúen de acuerdo con sus valores y propósitos declarados. Es un principio fundamental que debe guiar todas nuestras interacciones y mensajes.
En un mundo donde la inmediatez y la superficialidad parecen ser la norma, la autenticidad a menudo se sacrifica en el altar de la apariencia. Nos encontramos con discursos pomposos y espectaculares que carecen de contenido y con campañas que parecen más enfocadas en generar visibilidad en vez de provocar un impacto real.
La proliferación de videos, testimonios y casos sobre la lucha contra el cáncer es abrumadora. Estos recursos, que deberían servir para educar y sensibilizar, a menudo son utilizados como meras herramientas de marketing.
Relatos emotivos
Vemos historias conmovedoras que pierden su poder por la falta de seguimiento y acción concreta. Por ejemplo, una institución puede compartir un video inspirador sobre un sobreviviente de cáncer, pero ¿qué hay de los recursos que se están destinando para ayudar a otros sobrevivientes o a aquellos que actualmente enfrentan la enfermedad? Esta desconexión entre el mensaje y la acción puede ser perjudicial y están generando desconfianza en las audiencias y desvirtúa el verdadero propósito de la comunicación.
En tiempos de redes sociales, donde la imagen lo es todo, es fácil caer en la tentación de adoptar ideas o modas solo porque otros las hacen sin un verdadero compromiso. La clave está en entender que la comunicación de estos tiempos debe ser auténtica y coherente para conectar con nuestras audiencias.
Compromiso de octubre
Un ejemplo de esta falta de coherencia se puede observar en las marcas que adoptan la causa del cáncer de mama únicamente durante octubre, olvidando este compromiso el resto del año. Las campañas de marketing pueden resultar en un aumento temporal de visibilidad; sin embargo, si no se acompaña de acciones concretas y sostenidas, esa visibilidad se convierte en un simple acto de simulación de apoyo a la causa para mejorar la imagen corporativa sin un verdadero deseo de generar cambio.
Es fundamental recordar que la coherencia en la comunicación se trata de lo que decimos y de lo que hacemos. En este mes de octubre, mientras conmemoramos la lucha contra el cáncer, debemos cuestionar nuestras propias prácticas y asegurarnos de que nuestras acciones estén alineadas con nuestras palabras.
La autenticidad y la coherencia son los valores que, si los abrazamos, permitirán que nuestras voces se escuchen con fuerza y propósito, creando un impacto significativo en la vida de aquellos que enfrentan el cáncer.