El proyecto de transformación liderado por la Unidad Ejecutora para la Readecuación de Barrios & Entornos (URBE) en la Ribera del Río Ozama genera un impacto significativo en la vida del Nuevo Domingo Savio.
El proceso, que inició ayer 7, implicó la reubicación de alrededor de 2500 familias que vivían en condiciones vulnerables en la orilla del río, próxima a La Ciénaga y Los Guandules, según explica Tania Rosario, directora de intervención social de URBE.
La iniciativa equipó la zona con instalaciones deportivas y recreativas, mejorando las condiciones de vida de las familias afectadas.
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La reubicación se llevó a cabo a través de un proceso que incluyó compensaciones para las familias, permitiéndoles mudarse a lugares más seguros y alejados de riesgos asociados con las crecidas del río.
Las familias fueron acompañadas en el proceso de mudanza. Se les proveyó el transporte y una brigada de colaboradores que las ayudaron a movilizar sus enseres hasta su nuevo hogar.
El deporte
En términos de deportes, el proyecto ha dado lugar a la construcción del Polideportivo Nuevo Domingo Savio con áreas dedicadas, de momento, solo al voleibol y el baloncesto.
El entorno del parque lineal, construido en la antigua margen sobrepoblada y contaminada del río, fue dotado con un campo de fútbol; 7 canchas de uso mixto, tanto para balonmano, balompié, voleibol, baloncesto, un polideportivo, un play de béisbol infantil, una cancha en la zona de La Ciénaga y unos espacios para que se pueda practicar deportes en el trayecto del parque.
El proyecto ha llevado a cabo, además, un campamento con más de 300 niños, enfocado en inculcar valores, la siembra de árboles y la práctica deportiva.
La presencia de instalaciones deportivas modernas ha impactado de manera positiva a más de 640 niños, en edades comprendidas entre los 8 y 16 años, brindándoles un espacio seguro para aprender y jugar, según explica Luis Morillo, facilitador deportivo.
La comunidad cuenta con 13 equipos entre los que se cuentan cinco de baloncesto, dos de voléibol, tres de béisbol y tres de fútbol, por lo que cada una hora entrena un grupo distinto.
Los entrenadores reciben talleres de planificación, relaciones humanas, y manejo de conflictos para mejorar su trabajo con los niños y adolescentes, explica Rosario.
Las prácticas inician con una oración y un proceso de socialización donde se procura identificar posibles situaciones que puedan presentar los menores a los fines de darles asistencia.
El seguimiento implica visitas de los entrenadores a la casa de los niños, observa el facilitador deportivo.
Lismeiry Laureano, de 17 años y nativa de Los Guandules, sueña con ser una Reina del Caribe. Llega temprano al poli y se sienta en silencio en las gradas a esperar que concluya el entrenamiento de baloncesto. Cuenta que está contenta porque ahora sus prácticas de voleibol son cerca de su casa y bajo techo: “El sol daba fuerte. Fue una muy buena decisión que hayan hecho un techado”.
Estrecha colaboración con la comunidad
En cuanto a la participación comunitaria, URBE ha promovido mesas de diálogo para involucrar a los residentes en el proceso de planificación y toma de decisiones. Esto asegura que las necesidades y aspiraciones de la comunidad sean tenidas en cuenta durante la ejecución del proyecto.
La transformación de la Ribera del Río Ozama no solo implica cambios en la infraestructura, sino también en la calidad de vida de los habitantes.
La comunidad se ha convertido en parte activa del proceso de cambio, contribuyendo a la construcción de un entorno más seguro, sostenible y propicio para el desarrollo de sus residentes, especialmente los niños y jóvenes, asegura Rosario.
La historia de esta transformación ofrece un ejemplo inspirador de cómo la planificación urbana puede generar un impacto positivo en la vida de las comunidades, proporcionando oportunidades y mejorando la calidad de vida de aquellos que más lo necesitan.
Santo Juan Heredia sale a pescar todos los días a mar abierto, pero ya no deja a su esposa y siete hijos con los trastos en la cabeza. Puchiningo, como le dicen en el barrio, y los suyos son una de las 2500 familias sacadas del asedio de la marea en la abyecta miseria de la cuenca del Ozama.
Narra que recibió un cheque de RD$700,000.00, buscó un préstamo de “tres y pico” y adquirió una vivienda en Barrio Nuevo, Sabana Perdida.
Prefirió no rentar, pues consideró pensar en su familia: “si alquilo, me voy a quedar sin dinero y sin casa”, reflexiona.
Las remodelaciones en proceso en el parque de la Ballena ya le representan seguridad, higiene y mejora de ingresos, pues las inundaciones no le echan a perder la pesca ni le dañan las herramientas de trabajo.
En cuanto a los envejecientes, se está construyendo un centro de día para adultos mayores en colaboración con el Consejo Nacional para las Personas Envejecientes (Conape). Este centro proporcionará actividades y atención en salud para los adultos mayores, brindándoles un lugar donde participar en actividades sociales y recreativas.
Se han llevado a cabo actividades como la siembra de árboles con niños y adultos mayores, para fomentar la participación comunitaria y el sentido de pertenencia.
(La imagen que figura ayer en la portada y que identifica al Arq. Jesús Díaz Félix, corresponde al Ing. Wilton Fernández).