La crisis haitiana desatendida por potencias mundiales. La parte occidental de la isla Hispaniola, hollada y esquilmada por la Francia que la colonizó y luego sacada de curso en sus aspiraciones democráticas por el intervencionismo estadounidense, no tiene hoy ningún doliente desde las metrópolis que ahora se comportan como si nada tuvieran que ver con la desgracia actual de ese territorio.
El New York Times (suplemento en Español) describió con amplitud en días recientes, el rol destructivo de las dominaciones extranjeras sobre Haití, lo que significa que un expediente sobre despojos materiales y políticos en el corazón del Caribe sigue abierto para la historia de ese pasado de heridas incurables.
Muy oportunamente, el presidente Luis Abinader enrostró ayer a los herederos de esas fuerzas terrenales crecidas en bienes, modernidades y potestades su apego insensible a las teorías que de nada están sirviendo.
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No mueven un dedo hacia el hambre, el caos, la violencia y el vacío institucional que sume en sufrimientos a toda una nación que solo ha conocido de los entes hegemónicos el rostro de sus codicias y desprecios.
El primer mandatario recriminó la apatía de la Comunidad Internacional en justa defensa de los intereses nacionales expuestos por cercanía a repercusiones negativas desde el cercano estado de calamidad y bandidaje.
La inhumana desvinculación de una crisis político-social de grueso y problemático éxodo hacia la frontera estadounidense reniega de los valores democráticos y de justicia de Occidente.