Hace tiempo que Don Dinero, ese poderoso caballero, domina la política dominicana sin importar su origen o procedencia, una trampa en la que cayeron los partidos políticos y sus dirigencias en su afán de encaramarse en el poder y asumir el control del Presupuesto Nacional, pero de la que no les interesa salir aunque terminen convirtiendo nuestra democracia en un mercado persa. Y así quedó demostrado cuando sus representantes en el Congreso Nacional rechazaron, todos a una, bajar los gastos de campaña, como propuso la JCE, y aprobaron una Ley Orgánica de Régimen Electoral que es demasiado amplia y generosa respecto a los topes de gastos que establece.
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Ahora resulta que después del palo dao 33 diputados de distintos partidos proponen que se modifique esa legislación, promulgada por el presidente Luis Abinader el pasado 19 de febrero, para reducir de manera significativa los gastos de campaña. La iniciativa de los legisladores es sin dudas positiva pero llega demasiado tarde cuando se calcula el poco tiempo que falta para las elecciones del 2024, como ya advirtió Servio Tulio Castaños Guzmán, Vicepresidente Ejecutivo de Finjus, quien considera poco probable que el Congreso Nacional se aboque nuevamente a conocer una reforma electoral.
Efectivamente. Ayer los senadores Alexis Victoria Yeb, Bautista Rojas y Lenin Valdez coincidieron en señalar que ya no hay tiempo para acometer esa tarea, por lo que consideran desacertada la propuesta de los diputados, que dicen corresponde tomar a los partidos políticos. Que ya tomaron una decisión cuando rechazaron la propuesta del órgano electoral, pues resulta obvio que prefieren que las cosas sigan como están, que sea el dinero el que determine por quiénes vamos a votar, que no necesariamente son los mejores candidatos ni los que más nos conviene que nos representen. Pero ese es el precio a pagar por vivir –como la llamó Servio Tulio– en la democracia del dinero.