El clientelismo, entendido cono la práctica de obtención y mantenimiento del poder o búsqueda de este asegurándose lealtades a cambio de favores o dinero, ha sido una práctica desde los tiempos de “concho primo”; ha evolucionado, adquirido proporciones importantes en relación al tamaño de nuestra economía y mutaciones a punto tal que una parte del electorado no vota si no recibe dinero o transporte, otra vende su cédula al mejor precio de mercado; en cuanto al narcotráfico, aportando recursos a las campañas, es un proceso que viene de varias décadas, buscando protección de las autoridades. Lo novedoso es el crimen organizado colocando sus fichas en los poderes del Estado.
El clientelismo desde el poder adquirió magnitudes acorde a la época en la dictadura de Ulises Hereaux, lo fue en la tiranía de Rafael Trujillo y ya en democracia un instrumento para permanecer en el poder y garantizar la gobernabilidad en los gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer, en el de Hipólito Mejía y en los del PLD.
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Algunos soñaron que con el triunfo del “cambio” esa practica sería cuestión de un pasado superado, sin embargo, ha adquirido nuevas modalidades y mayores montos, como los bonos navideños hasta junio, el bono escolar, subsidios sociales a personas que superaron la pobreza y la compra de opositores, que fue practica reducida en anteriores administraciones. Antes del 18F se agenciaron 30 alcaldes y 40 directores municipales de la oposición y ahora al por mayor y detalle a perdedores de municipales y ganadores, así como candidatos a mayo.
Esa practica revela en la partidocracia dominicana se ha trastocado la fidelidad política por la fidelidad al dinero y las posiciones que solo puede ofertar el partido de turno en el gobierno. Los partidos otrora aliados del PLD y ahora del PRM y el juramento de Zorrilla Ozuna al Presidente representan iconos del nivel de deterioro moral y abyección.
En cuanto al papel del narcotráfico, financiando campañas para obtener protección y libertad para mover sus embarques, no es nuevo y tenemos figuras paradigmáticas como Quirino y “el abusador”, pero llegó un momento que el crimen organizado no se conformó con influir en las elecciones sino que decidió colocar sus hombres y mujeres en el congreso.
El caso del diputado, porque lo era cuando fue apresado en el aeropuerto de Miami, Miguel Gutiérrez aparentemente es la punta del iceberg porque hay otros cuatro diputados de la misma parcela política que tienen procesos pendientes en la Suprema Corte de Justicia por lavado de activos o vinculaciones con el narcotráfico.
Esa punta del iceberg quizás aumentará en la medida que bajen las aguas y las investigaciones de la DEA y el Departamento de Justicia de los EEUU aproveche los acuerdos y las delaciones de Miguel Gutiérrez, su hermano o de Yamil Abreu Navarro, lo cual permitiría en algunos años conocer cuales legisladores recibieron financiamiento o cuales cúpulas de partidos obtuvieron recursos de estos u otros narcos.
La extradición y el juicio del dos veces Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, revela que los norteamericanos están decididos a enfrentar la narcopolítica en su patio trasero.
Si esta democracia enferma, por el clientelismo y los recursos espurios en campañas muy costosas, no acaba de dar respuesta a la inequidad social y la pobreza, los partidos tradicionales están condenados a colapsar y surgirá un “mesías”, “un vengador” que los sepulte como ha ocurrido en varias naciones de la región.