En medio de una atmósfera política enrarecida por el secuestro de la dirección de los principales partidos políticos de oposición: PRD, PRSC, PRI y PNVC; así como de importantes gremios profesionales, tales como el Colegio Médico, el Colegio de Abogados, el Colegio de Notarios, la Academia de Ciencias y varios más; gracias a una combinación orquestada de ofertas de empleos, regalos, contratos ventajosos, extorsión solapada, contrapropaganda y promoción generosa de sus candidatos; la cúpula dominante del PLD, después de más de 12 años con una dirección virtualmente inamovible, culminó, al fin, en su VIII Congreso, con la renovación de su dirección nacional, en un evento que estaba supuesto a ser ejemplo de democracia interna en este país y el resto de América.

Previo a esa jornada “cívica”, los dominicanos tuvimos que soportar primero que la hacienda y el crédito públicos sufrieran un verdadero festival de fraudes multimillonarios, malversaciones, aventuras internacionales y asaltos a los recursos naturales no renovables, que caracterizaron al régimen leonelista: una verdadera “cleptocracia”, que enriqueció a muchos, en particular de su Comité Político.

Después de esa larga espera para intentar ingresar al Comité Central, los peledeístas hubieron que aceptar que los 399 miembros vigentes en ese organismo se mantuvieran en sus puestos, que 57 legisladores ocuparan esa posición ex-oficio y otros 30 fueran escogidos por los 28 miembros del Comité Político entre sus parientes y aliados preferidos: uno per cápita y dos para los presidentes de la República y del Partido (Danilo y Leonel).

Solo 138 fueron elegidos por la militancia del Partido tras una campaña multimillonaria digna de mejores fines, es decir, poco más que la quinta parte de los 624 que tendría en lo adelante el Comité Central. La mayoría de éstos sigue los lineamientos del actual Presidente de la República, los cuales al parecer fueron ayudados con el financiamiento “oportuno” de la dirección del Consejo Estatal del Azúcar, entre los que abundan altos funcionarios del actual Gobierno, en el mejor estilo de la plutocracia vigente.

Esa democracia modelo permitió que el Comité Político, único organismo con verdadero poder, originalmente de 25 miembros, que éste subiera “dedocráticamente” a 28, y añadió ahora otros dos (la Vicepresidenta de la República y el Presidente de los Diputados).

Entonces solo se eligió a otros siete; todos menos uno cercanos colaboradores del Presidente Medina. Entre los mismos hay cuatro que son parientes cercanos de altos dirigentes (Cedeño, Medina, Lizardo y Pared Pérez).

Las consignas de la hora en el PLD se resumen en tres palabras claves: cleptocracia, plutocracia y nepotismo.