De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que alrededor de 280 millones de personas en el mundo sufren depresión. Se admite que estas cifras podrían haberse incrementado con la pandemia. Como vemos, esta es una condición de gran importancia en medicina.
El término “depresión sonriente” (el cual no está en el DSM-5), hace referencia a los cuadros depresivos que cursan con la sintomatología típica asociada a dicho trastorno, pero el paciente no lo acepta. Lo vemos con frecuencia en personajes que supuestamente han alcanzado el éxito y terminan en suicidios. Y es que las personas que lo ocultan padecen los mismos síntomas de una depresión clásica.
Gran parte de la población muestra síntomas de ansiedad, como los desórdenes de sueño, el aislamiento social, el miedo, el llanto, inapetencia, tristeza, la depresión, irritabilidad y otros trastornos por estrés. El personaje afectado se niega a compartir.
Con una permanente actitud negativa, lo que antes disfrutaba ya no hace el mismo efecto. En ocasiones hasta el conversar con un amigo nos puede mostrar lo que solos no veíamos. Pero lo más importante es el dejar ayudarse por los profesionales de la mente y las emociones.
Si usted tiene una actitud contradictoria frente a la vida, si tiene pensamientos negativos constantemente, si le ha cambiado el humor (retraído o irritable), sus interrelaciones se han tornado dañinas, con la pareja, en la familia, el entorno laboral, con sus amigos, etc., debe entonces reconocer que su humor ha cambiado, y que es el momento de enfrentar su condición y abandonar esa conducta negadora de no permitir recibir una atención profesional adecuada.
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Al leer sobre el tema de la “depresión sonriente”, me acordé de que en el teatro Garrick de Londres, de la Charing Cross Road, al que asistíamos con frecuencia durante mis años en la Gran Bretaña, pues allí disfruté de la obra “Reír llorando”. Estaba dedicada a David Garrick, quien en vida fue un actor y dramaturgo británico considerado como una de las principales figuras del teatro inglés. De mis años de adolescencia recordé por igual el poema “Reír llorando” del mexicano Juan de Dios Peza, refiriéndose en versos a esa condición del triste payaso, papel que Garrick interpretaba magistralmente, los payasos tienen una sonrisa apesadumbrada, pero divierten a los demás escondiendo sus propios dolores y pesares.
Cito parte del poema, “Reír llorando”. Viendo a Garrick –actor de la Inglaterra- el pueblo al aplaudirle le decía: “Eres el más gracioso de la tierra, y el más feliz”… y el cómico reía. Una vez, ante un médico famoso llegóse un hombre de mirar sombrío: sufro –le dijo-, un mal espantoso como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo: no me importan ni mi nombre ni mi suerte: en un eterno spleen muriendo vivo y es mi única pasión la de la muerte. Me deja -agrega el médico- perplejo vuestro mal, y no debe acobardaros; tomad hoy por receta este consejo. “Solo viendo a Garrick podréis curaros.
¿Y a mí me hará reír? -¡Ah!, si os lo juro; El sí, nada más él; mas… ¿qué os inquieta? -Así– dijo el enfermo, no me curo. ¡Yo soy Garrick… Cambiadme la receta! ¡Cuántos hay que, cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reír como el actor suicida, sin encontrar para su mal remedio!” La moderna farmacología, la psicoterapia, los estímulos cerebrales, hoy sí nos presentan y tienen el remedio al “mal de la tristeza”.