Los ciclos políticos cada día nos sorprenden más. Ya sea por la insurgencia de liderazgos populistas, irrumpiendo el orden establecido en diferentes sociedades (Milei en Argentina, por ejemplo), o por derrotas de gobiernos que parecían invencibles, luego de permanecer muchos años en el poder.
Este último es el caso de lo ocurrido en el Reino Unido el pasado jueves, cuando los conservadores perdieron las elecciones, y con un porcentaje ínfimo de votos (34%), el Partido Laborista se alzó con una victoria abrumadora, logrando 412 escaños en el parlamento británico, contra 121 del Partido Conservador.
Para los ganadores, esta ha sido la mayor victoria en la historia reciente de su organización política. Bajo el liderazgo de Keir Starmer, el Partido Laborista dio un giro hacia el centro. Anteriormente, Jeremy Corbin, quien fuera el líder de ese conglomerado, recibió sendas derrotas de los conservadores, por sus posturas radicales de izquierda, en un momento, además, donde Europa, pero sobre todo Reino Unido, gozaba de una ola conservadora, que permitió que el Partido Conservador dirigiera los destinos de los británicos por 14 años.
Justamente, cuando los conservadores iniciaron su mandato de 14 años (2010), con David Cameron a la cabeza, probablemente el más estable y moderado (políticamente) de los primeros ministros que desfilaron hasta Rishi Sunak, Starmer era un desconocido en la política británica. Su carrera política se hizo visible hace 9 años, cuando fue electo por primera vez a la Cámara de los Comunes. En el 2020 asumió el liderazgo del Partido Liberal. Recuerdo el año pasado, en un viaje realizado junto a colegas diputados a la ciudad de Londres, donde tuvimos la oportunidad de ver a Keir Starmer debatir en la sesión de los miércoles en el Parlamento, donde el gabinete del primer ministro enfrenta interrogantes de la oposición.
Starmer entendió que un Partido Laborista enfatizado en una ideología de izquierda radical no apelaría a los votantes jóvenes ni a los indecisos. Moderó el discurso, aprovechando por demás, el cansancio que existía entre la población de los años de gestión inestable de los conservadores.
Sobre este último punto recae el mayor peso del resultado electoral de las referidas elecciones: los laboristas no ganaron las elecciones, los conservadores las perdieron. David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak no lograron establecer mandatos coherentes desde el ala conservadora. De hecho, distorsiones en sus puntos de vista como gobernantes; divisiones a lo interno del gobierno y del Partido Conservador; sucesos como el Brexit; controversias y escándalos como las fiestas realizadas por miembros del gabinete durante la pandemia del covid 19, entre otros.
En fin, una sucesión de errores, divisiones, inestabilidad, desconexión de la ciudadanía y falta de gerencia política, llevaron al derrotero a un partido que acumuló un gran éxito electoral durante 14 años. Por eso, ya no hablaremos de la victoria de “tal partido” o “tal candidato”, sino de la derrota de…