La deshumanización de la enseñanza en la educación superior

La deshumanización de la enseñanza  en la educación superior

“Las Humanidades desde la reflexión de su papel en la educación superior en el siglo XXI, merece un análisis argumentativo, critico, reflexivo, toda vez que pueda ser propositivo;en pro de recuperar su funcionalidad e importancia en la educación superior, de donde se consolidan las bases de formación humana de los profesionales del hoy y del mañana en nuestra sociedad, que ante todo reclama de personas humanas en cada profesión. Se aborda el papel de las humanidades en la educación superior,en la modalidad a distancia; con las particularidades propias de este nivel educativo. En donde no solo hay programas de formación profesional, sino también de carácter técnico y tecnológico, en el que se evidencia en cierta medida una eventual crisis por la cual, pasando las humanidades, en la formación universitaria de los jóvenes. Por ello se acude a diferentes autores con el propósito de evidenciar un soporte teórico de la crisis pero a la vezplanteamiento de posibles propuestas para restablecer el sentido de lo que seha perdido u olvidado, de la esencia misma de lo que es humano que también esolvido del ser mismo. El estudio de diferentes ciencias humanas en el contexto universitario y en la proximidad al ejercicio de un oficio profesional,requiere de dos saberes de transcendencia, los técnicos y propios de la disciplina, pero también de los humanísticos pertinentes a la esencia del mismo ser; pues ante todo se requiere de personas idóneas en su área y ante todo depersonas humanas, que sientan lo que sienten sus congéneres y aporten a una sociedad sumergida en medio de un caos de deshumanización, la posibilidad deuna calidad de vida posible de humanos y de los no humanos. José Eriberto Cifuentes” [1]

Una de las mayores críticas que he hecho a la educación superior en todo el mundo, ha sido su tendencia hacia la especialización técnica, hacia la formación estrictamente disciplinar. Hemos estado lanzando a la calle profesionales capaces en sus diferentes áreas y disciplinas del saber, pero nos hemos olvidado del aspecto humano.

¿Son éticos los profesionales que hemos formado? ¿Acaso se ven seducidos por el dinero y el poder sin mediar en absoluto el problema de la conciencia? ¿Salir a las calles a aplastar a otros seres para alcanzar el “éxito”? O, sencillamente, profesionales que viven sus vidas al margen de la sociedad, sin importarles lo que ocurre.

Esta coyuntura política me ha permitido ver muchas cosas. El haber sido maestra por más de 50 años, he tenido la suerte de sentirme orgullosa de muchos de mis alumnos que sienten, que desesperan, que luchan, que se sacrifican por un mundo mejor. Ellos me llenan no solo de orgullo, sino que me convencen ¡una vez más! ¡una vez más! ¡una vezmás! que elegí ser maestra pensando convencida en el futuro. Sin embargo, veo otros cuyas conductas son deleznablesy anti -éticas. Cuando los miro, me pregunto ¿Qué hice mal en mis clases? ¿Acasono es solo mi responsabilidad? Me tranquilizo y pienso. Ellos han hecho una elección consciente.

Estas inquietudes me llevan a la reflexión de que, en las universidades, públicas o privadas, religiosas o seculares, debemos volver a los inicios, y retomar el tema de las humanidades como un eje vital de la enseñanza. Como bien afirma el profesor Cifuentes en el artículo que citamos al inicio de este Encuentro, la universidad necesita del saber humanístico, porque la universidad “ha de formar a sus estudiantes como agentes constructores de un futuro próspero y en el deseo anhelado de la paz, ha detomar un nuevo rumbo las humanidades en las instituciones de educación superior y logre darle un nuevo sentido al humanismo y la formación humana.

Launiversidad ha de proporcionar los elementos necesarios para una formación más humanista y en este contexto”[2].Más aún, afirma Cifuentes “Las humanidades se constituyen en la piedra angular del estudiante universitario y en una herramienta para el profesional integro afin de que este pueda ubicarse en el contexto de una sociedad contemporánea más justa, pero que él actúe con espíritu crítico, analítico, argumentativo ypropositivo y le cumpla a la sociedad en su transformación a una más humana.”[3]

Estamos, no cabe duda, ante una profunda crisis de visión de las universidades, y ante una crisis todavía más profunda de la humanidad y de la sociedad. Nos hemos convertidos en meros robots al servicio del capital y del mercado. Ellos se han convertido en los dueños y señores de nuestras decisiones.¿Por qué las universidades han tenido que cerrar carreras como la sociología?Los sociólogos, en el siglo XXI, constituyen una especie en completa extinción.Los pocos que quedan ya están viejos y en el ocaso de sus vidas, para no hablarde los politólogos, otra especie en franca desaparición. Como afirma Cifuentes:“Las humanidades en el contexto de la educación en el siglo XXI, para nada cobra relevancia, pues otra es la misión de las universidades; la pertinente formación en competencias laborales, por ello se considera que “la enseñanza delas humanidades atraviesa en la actualidad una fuerte crisis en todos losniveles de la escolaridad a nivel mundial. Dicha crisis puede definirse como elprivilegio que en la educación se le está dando a la formación de ciudadanoscríticos, creativos y éticos” (Camargo; 2011:98). Es relativo pero cierto elanálisis que se puede hacer al respecto de la crisis sino hay compromiso departe de todos, por ello se hará un breve recorrido por un camino que estáperdiendo su sentido y significado.”[4]

La universidad no puede, no debe,olvidar que su misión es contribuir al desarrollo, pero, sobre todo, a la transformación de la sociedad donde se desenvuelve. No puede, no debe ser un mero instrumento del mercado. Tiene que asumirse como un pivote esencial para la formación integral de sus estudiantes en valores éticos. La universidad del siglo XXI tiene que ver a la ciencia y a la tecnología como medios para elconocimiento, no como su fin.

Esta pandemia ha puesto dramáticamente a la luz que el derrotero que llevábamos nos estaba guiando hacia la auto destrucción. La universidad del siglo XXI debe apostar al futuro.Debe educar hombres y mujeres que amen, que sientan, que sufran por lo acontecido, y decidan, con sus almas y corazones, trabajar para revertir la herencia que nosotros los mayores le hemos dejado. Vergüenza deberíamos tener con este mundo que se guía solo por la apariencia y los intereses.

[1] José Eriberto Cifuentes Medina. El papel delas humanidades en la educación superior en el Siglo XXI. Revista QuaestionesDisputatae – Temas en Debate – Nº 15, 2014. file:///C:/Users/Acer/Downloads/El_papel_de_las_humanidades_en_la_educac.pdf

[2] Ibid.,p.105.

[3] Ibid.

[4] Ibid.,p.106.

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