Melvin Matthews 
Escribo hoy desde la calurosa capital norteamericana donde asisto al “Seminario de Gerencia del Cambio Político Exitoso:Herramientas de Punta”, organizado por la Escuela de Gerencia Política de The George Washington University.
Es mi deber, ante todo, comentar el discurso de despedida del poder –así lo siento yo- del presidente Danilo Medina pronunciado la noche del lunes, en el cual dio a “conocer al pueblo dominicano y a la comunidad internacional” que se descartó de la contienda electoral venidera, así como las circunstancias que rodearon el abandono del proyecto reeleccionista.
Medina quedó atrapado en medio de una grosera campaña de desinformación y descredito, puesta en marcha por su adversario interno desde los albores de su segundo mandato. Desinformación, porque no es verdad que la reelección es inconstitucional, y descrédito porque tal campaña dañó la imagen del gobierno y del propio presidente.
El único argumento negativo contra la reelección es el avance en la política internacional alcanzado bajo la administración de Medina. Esta se constituyó en obstáculo insalvable que activó al Secretario de Estado Mike Pompeo y a legisladores estadounidenses, pues la lucha a favor de la democracia y la vigencia de los derechos humanos, la membrecía en el Consejo de Seguridad y el liderazgo regional, son incompatibles con la búsqueda de un tercer mandato consecutivo.
Creo que el presidente Medina dudó de su repostulación, permitió que la bola opositora creciera y avanzara de forma indetenible hasta degenerar en las manifestaciones públicas encabezadas por Leonel Fernández.
Ahora sus opciones son: ser indiferente, aupar un candidato de nueva generación o respaldar la aspiración de Fernández, tres variantes perdedoras, pues lo ponen en retiro.
