Washington. La discreción ha sido la principal característica de los primeros 100 días de Barack Obama como expresidente de Estados Unidos, pese a su promesa de alzar la voz si las acciones de su sucesor, Donald Trump, amenazaban los valores fundamentales del país.
El que fuera presidente en los últimos ocho años se tomó unas largas vacaciones a destinos paradisiacos, junto a su mujer, Michelle, en las que empezó a escribir sus memorias, y ha mantenido un perfil bajo, evitando pronunciarse públicamente sobre las controvertidas decisiones de su sucesor, Donald Trump.
Tras dejar la Casa Blanca, Obama y su familia se mudaron a una mansión de un lujoso barrio de la capital estadounidense, irónicamente próxima a la residencia de la hija de Trump, Ivanka, y no tardaron en irse de vacaciones.
Al acabar la toma de posesión de Trump, el mismo 20 de enero, Barack y Michelle Obama volaron a la costa oeste del país para pasar unos días en Palm Springs, en el desierto de Sonora, en California.
Desde allí, la pareja se dirigió a las Islas Vírgenes Británicas para continuar sus vacaciones y practicar deportes acuáticos con su amigo multimillonario Richard Branson, fundador del grupo Virgin.
Sin embargo, lo que más trascendió de estos primeros meses de pospresidencia fue su estancia de casi un mes en la Polinesia francesa, donde se les vio acompañados en un superyate por la presentadora estrella de la televisión Oprah Winfrey, el músico Bruce Springsteen y el actor Tom Hanks.
La embarcación de 450 pies y valorada en 300 millones de dólares les llevó a Tahití, a la isla de Le Taha’a y a Bora Bora.
El dinero ha sido un tema que le ha granjeado críticas tanto de su sucesor, que compartió un vídeo en su cuenta de Twitter, como de sus compañeros de partido, los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, ya que, según los medios, Obama cobrará 400.000 dólares por dar una charla en Wall Street sobre sanidad en septiembre para la empresa de comercio e inversión Cantor Fitzgerald.
Esta cifra, que dobla lo que cobran por sus discursos los expresidentes George W. Bush y Bill Clinton y la excandidata presidencial Hillary Clinton, equivale al sueldo anual del mandatario del país.
En lo público, Obama ha mantenido una gran discreción, solo rota en contadas ocasiones, como cuando el 30 de enero defendió “los valores estadounidenses” ante el “peligro” que según él suponían algunas de la primeras medidas de Trump.