La extraordinaria obra “La Divina Comedia”, un clásico de la literatura universal, de la autoría del Italiano Dante Alighieri, sugiere un placer exorbitante si se contempla sólo con la denominación de su título. Sin embargo, en su contenido se encadenan una serie de presagios, desgracias, infortunios e imprevistos muy distantes de la creación del título, por el contrario, esta incita a viajar al Paraíso, pero antes se debe pasar por el Infierno y el Purgatorio.
Así gravitan en el escenario político dominicano, y a la vez hacen sus apariciones personajes que rinden honor al título, pero sobre todo, al contenido de la obra citada, por ejemplo, el ex Presidente Danilo Medina, quien en esta campaña electoral se mueve con discursos llenos de cinismo, avidez, agresividad, frustración y arbitrariedad, además, de poco contenido hacia la tolerancia y distante del espíritu democrático, como por ejemplo, su ánimo de incentivar a preparar “comités de defensa” al voto en vez de delegados, instruir a romper carpas en los recintos electorales, y hasta trompadas si es necesario.
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Esto lleva a Danilo Medina a un misticismo que emula en el escenario político algo poco divino, pero sí característico de una verdadera comedia como en la obra citada, pero sin el final feliz que se le atribuye esgrimir al autor.
Es impostergable referir, que Danilo Medina y su séquito, sin más virtud que la infatuación del coraje, debería guardar sus bravuconadas para la derrota electoral que le sobreviene, pues, «para el que tiene miedo, todas las cosas rechinan», según la frase que es de Sófocles.
Danilo Medina es, a esta campaña, lo mismo que una pasta de jabón al sancocho. Su exposición desmedida y el infortunio que arrastra por el atroz desempeño de su gobierno lo llevarán a convertirse en el epicentro de la próxima derrota electoral.
Sin embargo, su estrategia no es del todo descabellada, pues busca ser el centro de una campaña electoral de la cual él no es candidato, por lo que, como no alberga la esperanza de que el candidato oficial de su partido obtenga resultados electorales decentes, el truco que guarda es desplazarlo para quedarse con lo único sobre lo cual reposa su ambición: la mostrenca organización política que preside y que agoniza sin expectativas de levantarse.
La comedia entonces, deja de ser divina.