La sociedad recibió constancia nueva vez del alto costo en vidas que sigue saldándole la conducción temeraria estimulada por la debilidad reglamentaria y sancionadora del Estado y de ineficaces restricciones preventivas para que solo puedan estar al volante (o al timón) personas con firme sentido de los límites y compromiso con la ley y el prójimo para que los vehículos no resulten armas homicidas como acaba de ocurrir en Quita Sueño, de Haina. 10 muertos y 19 heridos.
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Otros vacíos institucionales de control dados a conocer con autoridad y en la misma fecha del siniestro vial por el Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA) confirma con pavor otra severa causa de inseguridad ciudadana: apenas el 20% de las edificaciones privadas, habitadas o frecuentadas por la población, están certificadas como correctamente levantadas. Ningún órgano oficial podría vaticinar que resistirían movimientos sísmicos de cierta intensidad. Si peligroso es irse a calles notablemente incursionadas por agresores a los preceptos que rigen la circulación, también lo sería permanecer bajo innúmeros techos de improbable sujeción a requisitos y de haber estado a cargo de verdaderos ingenieros.
Eso que llaman «imperio de la ley» no está llegando en la plenitud de sus alcances a importantes aspectos de la vida nacional. La convivencia está en mal derrotero por falta de civismo, por cuya inculcación no ha habido interés, y de vigencia de autoridad.