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La globalización es un proceso multidimensional cuyo alcance y determinación figura entre los temas más sobresalientes del debate actual sobre la posibilidad que tiene un país de construir un modelo endógeno de desarrollo humano sustentable que no excluya la apertura de la economía y la búsqueda de una inserción favorable en el contexto internacional.
En la actualidad, el estudio de los aspectos económicos y financieros de la educación superior es una de las ramas de la economía que presenta un mayor progreso y que despierta el mayor interés entre los estudiosos de dicho tema. Aquí, al igual que en otros países, se ha llevado a cabo varios intentos para valorar la contribución económica de la educación. Las distintas maneras de hacerlo pueden ser consideradas, tal y como lo expresa W. G. Bowen, “como un tributo a la capacidad de la inventiva de la profesión, como un índice de la complejidad del problema, o como un indicador del hecho de que sencillamente no conocemos aún cuál es el mejor procedimiento a seguir”.
Porque creemos que urge el ampliar y consolidar los espacios de formación y circulación del conocimiento sin trabas y, ante todo, encontrar relaciones pertinentes entre tales procesos y la vida económica, escribimos esta entrega centrado en enfoques generales, arriesgándonos a que se nos eche en cara nuestra ignorancia en materia de economía.
El interés de las autoridades y dirigentes universitarios por los aspectos económicos de sus actividades surge del hecho de la existencia de gobiernos y organismos internacionales de financiamiento que ponen en tela de juicio la eficacia de las instituciones de educación superior, cuestionan su rendimiento, y la prioridad de las inversiones destinadas a ellas.
Un mejor entendimiento de la conformación de un mundo tan complejo como el que nos ha tocado vivir requiere el enumerar las peculiares características de la educación superior como una actividad económica y el dar respuestas correctas a preguntas como éstas: ¿Cuánto debería invertir un país en educación superior y cómo debería financiarla? ¿Se trata de una inversión o un gasto? Si es inversión, ¿Cuál sería la cuantía de su rendimiento en comparación con otras formas de inversión en capital humano y en capital físico? Si es consumo, ¿Cuáles son los determinantes de la demanda individual mejor o más amplia? ¿Cuál es la combinación óptima de alumnos, profesores, edificios y equipos incorporados a la enseñanza y en la investigación? ¿Cuál debería de ser el número de personas en los distintos niveles y grados? Y por último, ¿Qué contribución aporta la educación superior al desarrollo de los recursos humanos y hasta qué punto se puede acelerar el crecimiento económico, sobre todo en los países pobres de muy bajo nivel de renta, a través del control de los sistemas preuniversitarios y superiores? La indagatoria sobre tales cuestionamientos queda reducida a dos tipos de consideraciones: al valor económico de la educación superior y al análisis de los aspectos económicos del sistema de educación superior. Por la falta de espacio nos vemos impedidos de ofrecer más detalles acerca tan importante cuestión.
El Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos, República Dominicana y los países centroamericanos (DR-CAFTA) entró en vigencia en enero del 2006. Nos preguntamos: ¿Cuáles beneficios podría obtener un pequeño país como el nuestro de una economía globalizada y de la firma de tratados de libre comercio con una nación tan poderosa como los Estados Unidos? Conscientes estamos de que en esta entrega no hemos terminado de enumerar las peculiaridades características de la educación superior como actividad económica.