La Enana, novela de Manuel García Cartagena

La Enana, novela de Manuel García Cartagena

Manuel García Cartagena es posiblemente el escritor más fecundo y heterogéneo que ha producido la generación del 80 en la literatura dominicana. Con una práctica de la escrituralidad constante ya ha tejido y publicado una obra válida muy copiosa en los géneros de poesía, novela, cuento, el tratado investigativo, el ensayo literario-crítico, teórico y de pensamiento. García Cartagena es de esos escritores difíciles censar en una categoría fija en lo concerniente a su producción de formas-sentidos literarios. Su escritura de riesgos y de transgresiones vulnera lo que la ortodoxia de los estudios literarios insiste en seguir llamando géneros literarios.

Exceptuando el drama-teatro MGC ha incursionado sólidamente en todas las demás formas literarias. Si el imprescindible escritor Efraim Castillo, de la generación del 60, es el último gran polígrafo vivo con que cuenta la literatura dominicana, García Cartagena es el polígrafo más joven y consistente con el que cuenta el espacio literario del país. Además de sus libros publicados en formato físico, bastaría con echar un vistazo a la plataforma digital de Amazon, soporte donde MGC ha venido poblando con sus libros toda una biblioteca personal bajo el sello de Ediciones Bangó que ya sobrepasa los 20 títulos, toda una gesta editorial para un autor dominicano.

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La obra novelística de MGC, específicamente sus tres últimas novelas publicadas, se forjan alrededor de la praxis de una poética en claves de lo fantástico o neofantástico, estrategias que se distancian del llamado realismo o mimetismo que tan buena recepción ha tenido en la consolidación del canon literario occidental. Sus novelas Planes de ataque (2022), Una guerra de sueños (2023) y La Enana (2024) constituyen posiblemente una de las tentativas y figuraciones simbólicas más fascinantes y críticas que ha producido la novelística dominicana en las últimas décadas que se trenzan al interior y en los bordes del escenario citadino dominicano.

En estas novelas mencionadas MGC plasma un mundo ficticio alterno tensado esencialmente desde su familiaridad con las praxis de la ciencia ficción y de lo onírico abierto que fluyen y se funden desenvueltamente. Estamos ante universos imaginarios coherentes sostenidos sobre los cimientos inherentes a sus propias convenciones (pactos-tramas) y significados intrínsecos que es lo único que se le debe requerir y esperar de una obra que no se sustente solamente bajo las exigencias del reflejo mimético o que pretenda documental el mito de esa otra falsificación llamada lo “real” en las creaciones verbales y artísticas. Al amparo de la polisemia y de los niveles interpretativos que resisten los textos ficticios de los mundos narrativos posibles, otros lectores pueden explorar la búsqueda de significados miméticos-analógicos que liguen estos otros cronotopos alternos con referentes localistas interconectados con ambientes globales mundiales, pero cuyos centros referenciales se contextualizan situacionalmente en lo citadino dominicano, principalmente en su capital Santo Domingo. Desde este Ángulo, MGC puede ser ubicado como un autor de la posmodernidad y la hipermodernidad de la ciudad de Santo Domingo. En sus novelas se reúnen lo ucrónico y lo distópico.

Leer La Enana es emprender un viaje por las concavidades y tejidos de los significados de un texto narrativo que apunta a la ficción pura, ello sin descartar que el lector pueda pensar, momentáneamente, que está frente a un texto alegórico que ironiza y denuncia la degradación y corrupción de todas las calas axiológicas en que ha devenido la política y la sociedad dominicana actual con asomos sutiles al humor y a cierto cinismo. En la novela hay margen para el acercamiento a una lectura de visos irónicos, cínicos y humorísticos, ello sin olvidar que el cinismo filosófico y lo humorístico son asuntos serios. Con 459 páginas, La Enana se segmenta en varias partes, a saber: “A quien pueda interesar, o para que nadie alegue no se le dijo” (Págs. 3-5), “Formas del desencanto” (Págs. 6-139), “La serpiente enroscada” (Págs. 140-228), “Santo Domingo no era una fiesta” (pag. 229-304), “El comienzo del fin” (págs.305-442) y el “Epílogo: Por qué deben morir las personas como Marcos Teodoro Angulo Cambiaso” (Págs. 444-459).

La Enana se entreteje como una suerte de thriller o saga que tiene como eje central al dominicano Marcos Teodoro Angulo Cambiaso, jubilado de su trabajo en 2039, luego de vivir casi 50 años en los EE. UU. Regresa a RD y se instala en el edificio Maraca III, en Gazcue, de la capital. A partir de 2042 Cambiaso quiere ser escritor y se interesa en escribir una novela sobre un personaje muy enigmático llamado El Ciguapo que deambula misteriosamente por Ciudad Nueva, la Zona Colonial, Cazcue y otros contornos de la ciudad. En sus pesquisas tras la identidad del Ciguapo, Cambiaso descubre otras historias y leyendas subterráneas, una radiografía muy reveladora de lo que ha sido históricamente y es la sociedad dominicana y la isla completa, incluyendo a Haití y su cultura, en el marco de un país globalizado, hipertecnológico y gentrificado parcialmente.

Estamos ante un texto novelesco dinámico poblado de una galería de interlocutores que desbordan el concepto de personaje demoníaco o problemático, tal y como fuera definido por el olvidado teórico de la literatura Georg Lukacs en su Teoría de la novela (1916), libro de notable recepción en los estudios literarios sociológicos desde las miradas del estructuralismo genético de los años 60 y 70 del siglo XX.

En un primer plano de los personajes de la novela encontramos a Marcos Teodoro Angulo Cambiaso, al Mechero (de origen mexicano que controla uno de los perímetros más lábiles de la ciudad), al Ciguapo; a La Enana, bruja y prostituta de técnicas amatorias refinadas capaz de ingresar a los sueños ajenos y hasta manipularlos. Igualmente al Dr. Aníbal Augusto Servilló, amante de La Enana y presidente vitalicio de la RD que en estado de emergencia muda la cede de su gobierno a Puerto Rico cuando en RD brota la epidemia de las lágrimas, lo que provoca (humorísticamente) que toda la ciudadanía llore compulsivamente sin importar sin orden social al que se pertenezca.

En segundo plano encontramos una galería de personajes de la más diversas faunas nativas y extranjeras, a saber: El Conde Peñaló, Laura Désirée, el Timacle, Ramiro, el Apuntador, Legbá, Tiyán, Mildred, Pascasia, Lilith, Berta, Malena o Maly, Enerolisa, Luisa Peña, Sun Pak Chiang, Calín, Amado Valentín Javier, Zuzanne Soucy, Stephen Silverspoon, Mr. McCormick, Ben Hur, Jean-Luc, Alvaro Bárbaro, entre otros actores que funcionan como bisagras claroscuras en la novela.

Entre los tópicos temáticos que organizan el ritmo de la novela destacan la corrupción y el tráfico de influencias desde el Estado, las injerencias de empresarios de países hegemónicos, las confrontaciones violentas entre las mafias china y de isleños (haitianos-dominicanos) por el control del mercado de una nueva droga sintética de factura china de última generación llamada sibiota. El texto se resuelve finalmente con un enfrenamiento cerca de Bonao entre chinos e isleños (haitianos y dominicanos juntos) que ponen a prueba cuál de ellos posee una magia y una brujería más poderosa.

La narrativa de MGC constituye la creación de un cosmos ficticio muy original en expansión constante. Es uno de los escritores más originales y a contracorrientes con que cuenta la literatura dominicana actual. La Enana, como otras de sus novelas, pueden muy bien ser adaptadas al cine por algún director nacional o internacional.

Léase en claves miméticas o fantásticas, como texto distópico o especulativo entre otras categorías críticas posibles, La Enana es una novela mordaz y divertida a la vez, escrita con un manejo vigoroso del lenguaje y que dimensiona el pulso de la narrativa dominicana en voz de uno de sus creadores actuales más capaces de hacer arte con la palabra y la imaginación.

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