La Escuela de Atenas: El hombre al centro del universo

La Escuela de Atenas: El hombre al centro del universo

¨La Escuela de Atenas¨ de Raffaello Sanzio (Rafael), fue realizada entre 1508 y 1511. La obra fue encargada por el papa Giulio II, para decorar los apartamentos privados del palacio papal. Tras asumir el cargo, Giulio II decidió no utilizar los apartamentos de su predecesor, Pío III, eligiendo otras habitaciones del piso superior construidas a mediados del siglo XV y decoradas por artistas ilustres como Piero della Francesca. El nuevo Papa quiso redecorarlos y llamó a Rafael, a quien encomendó toda la decoración de los apartamentos, destruyendo todo lo que se había hecho anteriormente. (Vasari, escribió que Rafael lamentó mucho tener que destruir las partes pintadas por Piero della Francesca).

Con esta nueva obra Rafael habría celebrado el papado y la cultura de Roma como heredera de la civilización clásica. Rafael pintó las paredes de la Stanzadella Signatura, llamada así del latin ¨signum¨o ¨firma¨ porque aquí se colocaban las firmas de los documentos oficiales, una de las cuatro ¨Salas Vaticanas¨ ubicadas dentro los Palacios Apostólicos. La obra (fresco), que ocupa toda la pared, mide 5 metros por 7,70 metros, obra Maestra de Renacimiento italiano, celebra la ¨filosofía¨ entendida como amor por la sabiduría. El fresco lleno de simbolismos, significados e interrogantes, representa la vía a través de la cual, el hombre con sus conocimientos y sabiduría puede llegar a la verdad. Solo se puede llegar a la verdad a través de la ciencia y la filosofía. El hombre del Renacimiento se sitúa en el centro del universo con su papel de dominador de la realidad, a través de la búsqueda racional y la sabiduría. La Escuela de Atenas puede verse como una especie de Manifiesto renacentista, y representa la visión antropocéntrica de la realidad. Los numerosos pensadores del mundo clásico presentes en la composición recuerdan la conquista de la realidad que el hombre nuevo logra a través del estudio y la cultura. Rafael ilustra la filosofía no como un icono rígido, sino en su ¨creación¨ y ¨devenir¨, casi como en una representación teatral. El movimiento de los personajes, las acciones, los grupos expresan el movimiento perenne del pensamiento a través de los siglos. La obra está llena de sugerencias y abierta a varios niveles de lectura, todos conectados entre sí por la tensión y la búsqueda de la perfecta armonía entre el cielo y la tierra. La obra había sido concebida por Rafael para unos pocos ¨dotti¨ (estudiosos). Personas de cultura, capaces de comprender los distintos personajes y las tensiones intelectuales que los animaban. La escena se desarrolla en un palacio clásico, en un espacio extraordinario.

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La simetría se aprecia en cada detalle. Mirando de abajo hacia arriba, se puede apreciar un pavimento, a retícula geométrica, que muestran un uso rigoroso de la perspectiva, todos los elementos representados en la obra siguen los cánones de arquitectura clásica, los arcos, las bóvedas de cañón, los nichos contienen estatuas y bajorrelieves clásicos. El equilibrio de la composición se ve reforzado por los edificios que, con sus líneas de perspectiva, dirigen la atención de la mirada hacia el centro. Las tonalidades son ligeras y junto con la ausencia de claroscuros contribuyen a manifestar la función alegórica de los personajes, que se convierten en la personificación de pensamientos abstractos, alejados de la carnalidad de la realidad, esta visión general se ve facilitada por la luz que desciende desde arriba, aprovechando el edificio sin techo. La escena, se abre hacia el espectador, como un vasto proscenio, en el que se destacan Platón y Aristóteles, situados al centro del punto de fuga, en la parte superior de las escaleras, Rafael consigue una extraordinaria armonía y equilibrio. No es casual que los demás personajes del fresco estén dispuestos en dos niveles marcados por la escalera. Alrededor de los dos personajes centrales, se nota un primer grupo decidido a discutir y reflexionar. En las escaleras, hay dos grupos: a la izquierda, los pensadores orientados al conocimiento de la naturaleza y de los fenómenos celestes, a la derecha, los interesados al mundo de la geometría y a los matemáticos. Entre ellos se puede ver a Euclides decidido a una demostración geométrica.

Platón y Aristóteles se distinguen por sus túnicas y los libros que portan (Platón con túnica roja, en mano el Timeo y Aristóteles con la Ética, con túnica azul). Los gestos de estos filósofos simbolizan las dos direcciones principales del pensamiento clásico, el idealismo y el realismo. Mientras Platón señala con el dedo al cielo, Aristóteles gira la mano hacia la tierra. El personaje representado como Platón es similar a uno de los autorretratos de Leonardo da Vinci. Representándolo con el Timeo y señalando al cielo, Rafael logra expresar su filosofía con pocos detalles, solo a través de un pensamiento basado en el mundo de las ideas que trasciende las cosas, y llega metafóricamente a la esfera celeste donde se puede alcanzar el ¨Bien¨. El platonismo parte de la percepción de las cosas sensibles a través de los sentidos y alcanza una verdad que se encuentra más allá de las apariencias, en el significado mismo de las cosas.

El personaje retratado como Aristóteles recuerda los rasgos de Bastiano da Sangallo. La figura sostiene la Ética, levanta la mano en el aire, indicando un interés sobre el mundo de la naturaleza y la experiencia, el artista, transmite la idea aristotélica según la cual, desde el mundo del pensamiento y de las ideas, se regresa al mundo sensible de la realidad, de la Verdad y del Bien.

Los otros 58 personajes que completan la escena, representan retratos de personajes contemporáneos a Rafael, lo que hace difícil saber la identidad de muchos de ellos.

Recientemente visité ï MuseiVatticani¨. Al ingresar a la ¨Stanza della Segnatura¨, la vista de esta inmensa Obra Maestra de Rafael te deja sin aliento. El impacto es desorientador, y la mejor manera de explorar la obra es tomando una distancia justa que te permita escudriñar visivamente con calma esos contornos que la emoción viva confunde y llena tus ojos de belleza. Las 58 figuras se ¨mueven¨ enmarcadas en una grandiosa arquitectura renacentista, inspirada en el primer proyecto de Bramante para la basílica de San Pietro. Los filósofos y matemáticos más famosos de la antigüedad, decididos a hablar entre sí, dentro un edificio clásico imaginario, representado en perfecta perspectiva. A la izquierda de Platón, con túnica verde, Sócrates, entre los jóvenes que tiene delante, reconocemos a Alcibíades o Alejandro Magno, Jenofonte y Esquines. En primer plano, a la izquierda, Pitágoras lee un libro y quizás Telauge le sostiene una tablilla en la que se vislumbran algunos símbolos. El hombre del turbante es Averroé, el anciano que toma notas podría ser Boezio o Empédocles. En primer plano, a la izquierda, junto a Parménides, aparece una figura vestida de blanco que se cree sea Francesco María Della Rovere, duque de Urbino y sobrino del Giulio II, en el extremo izquierdo vemos Epicuro, detrás, un joven Federico Gonzaga.

A la derecha de Aristóteles, el hombre vestido de rojo debería ser Plotino, a la derecha debajo de la escalera, Euclides (recuerda retrato de Bramante) (algunas decoraciones de su túnica han sido interpretadas como la firma de Rafael: ¨RVSM¨ ¨Raphael UrbinasSua Manu¨, la figura reclinada en los escalones es Diógenes, al extremo derecho Tolomeo y Zoroastro (con barba). El personaje en el extremo derecho con boina es autorretrato de Rafael. Apoyado sobre bloque de mármol, Heráclito, representado con los rasgos de Miguel Ángel, ocupado en aquellos años pintando la cercana Capilla Sixtina.

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