Madrid.– Comenzó a estudiar las conexiones entre neuronas cuando hacía el doctorado. Alex Fornito es hoy uno de los grandes expertos en el mapeo de la compleja red que forma nuestro cerebro y que condiciona lo que somos y tiene relación con enfermedades como la depresión o la esquizofrenia.
“El cerebro es como una huella digital, cada cual tiene la suya”, dice Fornito, que trabaja en el Instituto Turner para la salud mental y el cerebro (Australia) y que estuvo recientemente en Madrid para hablar de neurociencia y su impacto en nuestra vida, dentro del Future Trends Forum de la Fundación Innovación Bankinter.
Nuestro cerebro es una red “hipercompleja” formada por miles de millones de neuronas que establecen billones de conexiones y donde la forma en que fluye la información es “lo que determina cómo percibimos el mundo, cuáles son nuestros sesgos y todo ello conforma nuestra personalidad».
“La esencia de quiénes somos -señala Fornito a Efe- está determinada por las conexiones entre las distintas regiones del cerebro y cómo se comunican entre sí».
En el último siglo la neurociencia ha intentado entender qué parte del cerebro participa en cada función, “lo que es muy importante, pero no lo es todo”, pues “hablar, oir y oler es algo que no se produce forma aislada».
Toda esa información -explica- “se mezcla” y, por tanto, la conectividad que hay entre las diferentes regiones del cerebro es lo que permite que se conforme una “experiencia única». Fornito, profesor de la australiana Universidad Monash, lleva años dedicado a diseñar el mapa de las conexiones entre neuronas y entre diferentes partes del cerebro. “Una vez que tengamos ese mapa -indica- nos podremos plantear otras preguntas como si hay alguna norma para saber cómo se conectan las neuronas».
El “gran reto” de la neurociencia es “intentar entender cuánto cambia el cerebro de una persona a otra y qué margen de cambio es malo en términos de salud o puede incrementar el riesgo a medio o largo plazo». Profundizar y mejorar los mapas de las conexiones neuronales ayudará a “entender mejor qué pasa con las enfermedades mentales”, que no suelen ser resultado del daño en una neurona o una parte del cerebro, sino “más bien de cómo se van comunicando las distintas vías neuronales».
Trastornos como la esquizofrenia, la depresión o el déficit de atención se dan -dice Fornito- “cuando hay una disrrupción en la comunicación neuronal” y en las dos últimas décadas se ha descubierto que son los genes relacionados con la función sináptica y la conectividad los que están involucrados. A medida que se desarrolle un conocimiento “más refinado” de las conexiones neuronales en estas enfermedades, la esperanza es que se puedan desarrollar soluciones más precisas para tratarlas, “que puede ser una tecnología de estimulación cerebral o un medicamento».
Los circuitos neuronales también tienen que ver con los comportamientos compulsivos y si se identifican las vías cerebrales que los promueven se podría desarrollar una terapia concreta para cambiar “la actividad de esa parte del cerebro».
Sin embargo, matiza que se han implantado electrodos a personas con trastornos obsesivo compulsivos (TOC) y hay casos en que pueden ser muy efectivos, pero en otros no lo ha sido tanto.
“El reto actualmente es entender qué va a funcionar para una persona en concreto y no para otra». Poco a poco se va completando el mapa de las conexiones neuronales, pero saber cuándo se podrá tener una foto completa de cerebro depende de cómo se quiera de precisa. “Hay quien te dirá que es saber dónde está cada una de las sinapsis, de las que hay millones y es supercomplejo de descifrar”, explica.
Pero otros consideran que no hacen falta tantos datos, “que nos podemos encontrar un nivel intermedio”, con el que se pueda ver el cerebro completo, saber la función de cada parte, por dónde van los circuitos. “Creo -afirma- que esa resolución puede ser suficiente para buscar los circuitos que están involucrado en ciertos trastornos mentales»