La estupidez de dirigentes y sus pueblos

La estupidez de dirigentes y sus pueblos

Eulogio Santaella

Tabori señala que la estupidez provoca daños irreparables cuando el estúpido ocupa una posición de poder. Sirve de ejemplo lo que le ocurrió a Creso, rey de Lidia, el humano más rico de la antigüedad. No contento con todas sus conquistas quiso ampliar aún más su poderoso imperio y procedió a consultar al oráculo de Delfos acerca de si podría tener éxito atacando a Persia. La respuesta recibida fue que, si movía sus tropas y cruzaba el río limítrofe Hyalis para invadir a Persia, reino de Ciro, “Acabaría con un Grande Imperio”.

Creyéndose infalible e invencible Creso interpretó el oráculo malentendiendo que el imperio que sería destruido era Persia y no Lidia, el suyo propio. Así pues, cometió la estupidez de atacar a Persia . Fue fulminantemente derrotado y al ser capturado se libró de ser quemado en una hoguera por la magnanimidad de Ciro.

Tabori se pregunta :“¿Y qué decir de la estupidez de la idolización del héroe? Es el fundamento de todos los gobiernos totalitarios. Ninguna nación, ni siquiera los alemanes, experimentan amor por la tiranía y la opresión. Pero cuando la estupidez del instinto gregario infecta la política, cuando la locura del masoquismo nacional se generaliza, surgen los Hitler, los Mussolini y los Stalin. Y quien crea que esto último constituye una simplificación excesiva del problema, que lea unas pocas páginas de Mein Kampf; que estudie los discursos de Mussolini o las declaraciones de Stalin”. Hitler dejó bien claro en “Mi Lucha” que matar judíos y comunistas era obra de Dios. Stalin proclamó que una muerte era una tragedia y un millón de muertes una estadística.

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“¿Es necesario siquiera aludir al costo de la estupidez masiva? Quince millones de muertos en una sola guerra, y destrucciones que no podrán ser compensadas ni en un siglo. En toda Alemania, ¿hubo alguien capaz de ponerse de pie para decirle a Hitler que era simplemente un imbécil? Durante los últimos veinte años hemos pagado el precio de ese silencio, y continuaremos pagándolo durante las próximas dos generaciones, quizás durante más tiempo aún”.

Lo de Nasser fue trágico. Siendo lider indiscutible de los países árabes nacionalizó el Canal de Suez cuando Occidente se negó a financiar la construcción de la Presa de Asuán. Como respuesta Gran Bretaña, Francia e Israel invadieron el Canal y aplastaron las tropas egipcias. Sin embargo, Eisenhower y Khruschev exigieron alto al fuego, cese de las hostilidades y retirada de las tropas. Esa derrota militar fue una victoria política para Nasser quien mantuvo la nacionalización del Canal.

Confundido, intentó solidificar su imagen amenazando hacer aniquilar a Israel. Personificando al sultán Saladino, que expulsó las Cruzadas de Jerusalén, bloqueó el estrecho de Tirán y movilizó 100,000 soldados y 1,000 blindados. Israel consideró que todo eso era “casus belli” y con un ataque preventivo inició la “Guerra de los 6 días” en la que venció los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania.

Ante esa estúpida derrota Nasser renunció y retomó su puesto cuando las masas se movilizaron pidiéndole que retirase su renuncia. Tres años después en 1970 Nasser de 52 años murió de un ataque cardiaco. Su corazón se rompió cuando fue derrotado en una estúpida aventura guerrera que él calificó como “un contratiempo”. Israel no fue aniquilado y en cambio ocupó Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza, los Altos de Golán de Siria y el Sinaí egipcio. Conquistó 68,000 kilómetros cuadrados y cuatriplicó su territorio llevándolo a 89,359 kilómetros cuadrados.

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