“Yo quiero paz. Yo es el ego, quiero es el deseo;
elimina el ego y el deseo y tienes la paz”.-
Sri Sathya Sai Baba
Desde hace semanas he tenido la intención de escribir acerca del buen morir del ego. Aprovechando el feriado del fin de semana he materializado este deseo, que me permite compartir con los lectores las reflexiones que han surgido de muchas horas de conversaciones con clientes, estudiantes y amigos.
Empecemos por ponernos de acuerdo en la manera que vemos el ego.El ego surge en el momento que nos vemos separados de los otros, y se expresa cuando alguien se considera a sí mismo distinto de los demás, que es lo mismo que verse separado de Dios. El ego nos lleva a vivir de acuerdo a la limitada información de los cinco sentidos.
El reconocido experto en liderazgo Robin S. Sharma dice: “Deja tu ego en la puerta cada mañana y simplemente haz un gran trabajo”.El ego es la manifestación psíquica de nuestras creencias. Se relaciona con el niño interior, el cuerpo y las memorias presentes en él. Podemos definir al ego como orgullo sobre uno mismo. Pensamientos tales como “mi cuerpo”, “mi mente”, “mi intelecto”, “mi vida”, “mi riqueza”, “mi pareja”, “mis hijos”, etc, son maneras de reconocerlo.
Sólo existen dos emociones, una es el amor y otra el miedo. En los momentos que nos expandimos el ego se aterra, porque va desapareciendo en la medida que vamos hacia la inmensidad de la conciencia. El ser humano es el único ser vivo que siente miedo. El ego se alimenta del miedo.
San Pablo dice: “La persona que ama no tiene miedo. Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el verdadero amor quita el miedo”. Con tal de preservar su ilusoria independencia, el ego niega a Dios y todo lo relacionado con la naturaleza divina en nosotros. El poder de la inocencia, la confianza y el amor los considera “peligrosos” y los evita. En cambio, la lucha y el ataque los considera “seguros”, y los venera.
UCDM dice: “Tú no eres un ego. A la ilusión de separación es a lo que llamamos ego, esta terrible separación parece mostrarnos que hemos triunfado sobre la unión que es la Voluntad de Dios. El ego es precisamente lo que no eres”.
El ego hace cualquier cosa con tal de crearnos una identidad separada de Dios. Él es el causante de la culpa que sentimos por alejarnos de la Fuente, para identificarnos con la materia. El ego es una idea de separación. Entonces, creemos que el yo está condenado a sufrir en el cuerpo y que la vida se acaba con la muerte. ¿No es eso demente?
El psicólogo y ensayista suizo Carl Jung creía que nosotros somos el origen de todo mal.En otras palabras, el ego es el “yo” que nos hace sentir separados y diferentes de todo lo demás. El ego es la voluntad personal que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo. Para el ego Dios está afuera de nosotros y su poder es amenazante.
La manera como el ego maneja el poder será siempre diciendo “no” a Dios y a Su Voluntad, tal como lo hace un niño pequeño que empieza a desafiar la autoridad de sus padres. Cada vez que pedimos que algo sea diferente, que deseamos que una situación termine o que una persona cambie, estamos controlados por el ego.
El hijo que se aleja de sus padres está condenado a sufrir. Cada vez que tenemos una carencia, dificultad, limitación o dolor, estamos actuando desde el ego. La Voluntad de Dios es que seamos prósperos. Cuando tenemos carencia de lo que sea estamos proclamando que Dios no es lo suficientemente poderoso.
La naturaleza del ego es tomar y la naturaleza del espíritu es compartir.Un curso de milagros (UCDM) dice : “Dios no ha creado al mundo”.Durante muchos años nos ha venido bien creer que Dios ha creado y permitido las cosas feas, injustas y dolorosas que sufre el mundo.
¿Es eso coherente con la afirmación que dice que Dios es amor? ¿Cómo podría Dios vibrar en la frecuencia de gozo y plenitud y darnos una creación que vibra en una frecuencia de odio, separación y dolor? Si Dios vibrando en amor nos hubiera creado para sufrir, sería un tirano.
Si Dios es la fuente de amor perfecto, lo natural es que se exprese a través de nuestros cuerpos, mente y corazón también como amor. Eso es coherencia. El ego nos ha llevado a reducir a Dios al tamaño de nuestra propia imagen para falsamente experimentar el poder, en vez de que podamos tener la humildad para ser nosotros su imagen y semejanza.
El ego está trata de enseñarnos cómo ganar el mundo, perdiendo nuestra alma. El Espíritu Santo nos enseña que no podemos perder nuestra alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues el mundo es una ilusión creada por el ego.
Todo el malestar que vivimos ha sido generado desde la separación, desde el ego, y por tanto es virtual.Una de las frases de UCDM, que inspiró el modelo de Love Vision, es la que dice que nada irreal existe y nada real puede ser amenazado. Y en eso consiste la paz de Dios.
El ego es nuestro hijo, no ha sido creado por Dios sino por nosotros. Pagamos un precio enorme en sufrimiento para mantenerlo con vida. Es como la madre que en su desesperado anhelo de tener una criatura, la inventa. ¿Qué puede tener de sano alimentar esa ilusión? La única forma de hacerlo sería perdiendo la cordura.
Al identificarnos con el ego perdemos la consciencia de nuestra Identidad real, para aferrarnos a una identidad imaginada que ocurre dentro del sueño que creamos. Aunque el sufrimiento del soñante no es real, quien sueña lo vive como si lo fuera. Quien se identifica con el sueño escuchará los planes del ego para detener el sufrimiento.
UCDM dice que necesitamos entender que no debemos hacer nada por nuestra cuenta. Lo único que debemos hacer para sentir el Amor de Dios protegiéndonos de todo daño es aceptar nuestro Ser, nuestra impecabilidad, la cual se creó para nosotros y ya es nuestra.
Vivir desde el ego, es como estar en una terrible pesadilla de guerra y no logramos despertar. Cuando nuestra consciencia despierta la vida es divertida, pues recordamos que es un sueño que hemos creado. En realidad, nunca nos hemos separado del amor de Dios.
Al recordar que el Amor es lo único real, nuestro Ser recupera la paz y el gozo incesantes. En cambio, el ego siempre deja un rastro de sufrimiento y muerte. Al retornar a la condición de Hijos de Dios estamos libres de todo conflicto, y descansamos imperturbables en la tranquilidad y silencio más profundos, sin importar las circunstancias que vivimos. ¿No es maravilloso?
La mayoría de las sabidurías ancestrales hablan de la muerte del ego. Durante mucho tiempo no lo podía entender, pero hace un tiempo mi comprensión se esclareció. El ego nos lleva a vivir desde el miedo, por tanto, nos separa del amor. Sin amor estamos muertos. Dios es Vida. Dios es Amor.
Osho, un filósofo indio que tuvo un importante liderazgo espiritual en América dijo: “La felicidad es la muerte del ego”. Esa es la razón por la que cada bocanada de felicidad suele disparar en nosotros la culpa. El sentimiento es igual al de la madre que ha sobrevalorado el rol del hijo, y se siente responsable de todo lo que ocurre con él.
La líder de líderes Suzanne Mayo Frindt dice: “Dejar ir tu ego abre la puerta de tomar un nuevo y creativo curso de acción”.Desde hace unos meses vengo pensando en la idea de la eutanasia, como práctica de buen morir para el ego.Según el DRAE la palabra eutanasia viene de la palabra griega efthanasía formada de “eu” que significa “bien” y “thanatos” que significa “muerte”.
En la antigua Grecia, se usaba para nombrar una muerte honorable, suave, tranquila y sin dolor. El significado moderno de la eutanasia es: acción u omisión para evitar sufrimientos al desahuciado, que acelera la muerte con o sin su consentimiento.
Piénsalo bien, el ego y el amor son incompatibles.De ahí viene la culpa básica que está debajo de todos nuestros sentimientos de no ser dignos de tener una vida próspera y buena.Lo cierto es que desde que he tomado la decisión de enfocarme en el amor, la vida se ha tornado más placentera, dichosa, apacible y buena cada vez.
Tengo el deseo de poder hacer mías las palabras de Santa Teresa de los Andes:“Soy feliz. Pues puedo decir con verdad, que el único amor de mi corazón ha sido Él”.