Desde mucho antes de la Era de Trujillo los gobernantes de nuestro país y sus acólitos usaban el poder para beneficiarse y favorecer la creación de feudos y fortunas para sus familiares y amigos; sin embargo no se conoce ningún caso relevante de aplicación de penas ejemplares a ningún personaje corrupto aprovechador del erario.
Lo que ocurría en aquella época era que poder y rangos civiles y militares eran apetecidos por muchos ciudadanos y se expandía el prurito por imitar a los “valientes ladrones”. Ahora hay una gran cantidad de denuncias por redes sociales y los abusadores del erario se burlan, porque están seguros de que es más difícil probar sus robos porque ayer se tenían como prendas del poder y hoy como “negocios lícitos” cuya ilegalidad nadie podría probar, pues son tantos los testigos y cómplices que muchísimas colas quedarían pisadas, incluyendo las de algunos encargados de hacer justicia. Por eso, más que extinción de dominios, lo que se seguirá produciendo será una extensión de latrocinios.