Nuestra inflación interanual se situó en 10.48% en el mes de mayo
Debe repetirse muchas veces para que nadie se confunda. Cuando la expansión de la economía es intensa, el repunte de precios de los bienes y servicios tiende a ser más explícito, se observa a nivel mundial.
Los mayores componentes inflacionarios han sido y siguen siendo factores transitorios, como interrupción de la producción, escasez de trabajadores y aumento del transporte.
Por esos motivos, a nivel mundial, los precios de los alimentos en mayo fueron un 4.8% más caros que en abril, la mayor alza mensual desde octubre de 2010, y un 39.7% más altos que el mismo mes de 2020, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Ningún país escapa a los efectos. Nuestra inflación interanual se situó en 10.48% en el mes de mayo, acelerón atribuido, principalmente, a la subida de 13% del grupo alimentos y bebidas no alcohólicas, que descendió en el mismo mes del 2020, y al transporte que aumentó 23.7%.
La buena noticia es que, en toda parte, aquí también, está en baja la expectativa de inflación, implica que los consumidores computaron que los aumentos de precios son transitorios.
No obstante, como los más golpeados son los pobres y la clase media, correcta fue la decisión del presidente Abinader de crear la mesa de trabajo, con la encomienda de diseñar mecanismos automáticos que eviten encarecimiento del pan, arroz, carne, maíz, leche, aceite y otros alimentos básicos, con subsidios indirectos, reducción de impuestos, control de precios, acceso a insumos y activos para aumentar la producción de alimentos, entre otros mecanismos.
La tormenta mundial es perfecta, al aumento de los alimentos se suma el del petróleo, sigue imparable por el mayor consumo con motivo de la recuperación de la economía global, reducción de inventario en Estados Unidos y recorte de la OPEP.
Las estadísticas nos cuentan que el petróleo de Texas se encareció hasta $74 dólares el barril el pasado viernes, un 52.5% más caro que en diciembre 2020, cuando promedió $48.52 dólares, y un 109% más que 12 meses atrás, cuando se cotizó en $35.49 dólares.
Por la tendencia imparable, el Bank of América revisó al alza su previsión de precio para el crudo Brent, estima que este año promediará $68 dólares y $75 dólares en 2022.
Nuestra economía creció 5.1% y consumió 69.3 millones de barriles de petróleo y derivados (gasolina, gasoil, glp, gas natural, fuel oil, gasolina de aviación, avtur y otros combustibles) en 2019. Como el pronóstico es que este año el PIB aumentará entre 7% y 8%, se debe importar un volumen de combustibles por lo menos igual al de 2019.
Si pagamos un precio medio de $55 o$60 dólares el barril, saldría de República Dominicana a países productores de petróleo entre $650 y $1,000 millones de dólares adicionales, comparando con $45.50 dólares el barril que el Gobierno usó para preparar el presupuesto público de este año.
Dicho con otras palabras, de hogares y empresas dominicanas este año podríamos transferir adicionalmente a bolsillos de los productores de petróleo entre 0.7 décimas y 1.1 puntos de PIB, a lo que se sumaría el costo adicional de los alimentos que también se transfiere al exterior.