Hoy es casi imposible dirigir eficazmente los recursos tangibles e intangibles de un Estado, un gobierno, un país, una empresa, una institución o de un proyecto de cierta relevancia, sin antes tener en cuenta el diseño e implementación de acciones internas y externas de comunicación, que ayuden a crear y mantener cohesionados a los actores que de una u otra manera inciden en el logro de resultados, en la calidad de la gobernabilidad y en la sostenibilidad de la gobernanza. El logro de objetivos es inviable sin comunicación que cohesione a las partes involucradas.
Con frecuencia, la falta de cohesión entre los miembros de determinados colectivos humanos suele ser un obstáculo para implementar ideas, decisiones, proyectos, políticas públicas, entre otras acciones que pudiesen ser de mucha utilidad para el bienestar individual o colectivo, debido a la ausencia total o parcial de acciones efectivas de comunicación.
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Recuérdese que la cohesión no es otra cosa que mantener un cierto grado de acuerdo, alrededor de determinados temas, ideas, decisiones, proyectos y políticas públicas, los que para implementarse requieren el consenso y la aprobación de los actores clave de dichos procesos. Sin comunicación sistémica no hay cohesión.
Por lo general, son muchas las buenas ideas, los proyectos, las intenciones sanas, la causas nobles y las decisiones acertadas, que por el simple hecho de no contar con buenas estrategias y acciones de comunicación sistémica, se quedan en el plano teórico y fracasan.
Es importante hacer un esfuerzo para entender que la toma de decisiones y actuaciones pertinentes, requieren de la cohesión, el consenso y el empoderamiento de sus colaboradores directos e indirectos.