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La formación docente se puede definir de una manera muy sencilla como la preparación para el ejercicio de una profesión, es decir, es un proceso por el cual se da la instrucción necesaria para que una persona adquiera conocimientos, desarrolle habilidades y destrezas que permitan ejercer con éxito la profesión de enseñar. Este proceso incluye una serie de etapas (no necesariamente lineales) en la adquisición de conocimientos y en el desarrollo de habilidades y no termina cuando la persona obtiene un título de acreditación, sino que continúa a través de la vida profesional, Douglas Izarra1
El párrafo que engalana esta entrega es una ponencia presentada por la profesora Douglas Izarra en el V Encuentro Internacional: Las Transformaciones de la Profesión Docente Frente a los Actuales Desafíos, celebrado en febrero del año 2008 en Venezuela y organizado por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). El objetivo de esta masiva reunión era de:
– Propiciar el debate, la reflexión y la generación de conocimiento sobre los cambios de la profesión docente para responder a los actuales escenarios sociales. – Contribuir al fortalecimiento del protagonismo de las instituciones y organizaciones involucradas con profesión docente en la formulación e implementación de políticas públicas educativas.
Las ponencias se organizaron en base a cuatro áreas temáticas:
1. La profesión docente y los cambios en el escenario social.
2. Desarrollo profesional y dimensiones de la profesión docente.
3. Tendencias en la profesión docente frente a los cambios
4. Desafíos en la formación docente inicial y en servicio.
Buscando entre las ponencias me llamó mucho la atención el trabajo de la profesora Izarra, en el cual aborda cuáles son las teorías implícitas en la formación docente. Señala que los programas de formación docente deben inscribirse en un marco conceptual que le sirvan de fundamento a la práctica pedagógica. Afirma que la labor de la enseñanza incluye, necesariamente, concepciones teóricas implícitas y explícitas; pero afirma que urge en América Latina un cambio conceptual profundo en los programas de formación docente para que sean más críticos y trasciendan el aula misma.
Afirma (tal y como señalé en el artículo de la semana pasada, lo cual me puso muy feliz) que la formación docente debe tener un carácter continuo, que va desde la obtención de un título que garantiza el ejercicio de la profesión hasta actualización. Define tres etapas:
1. Etapa de formación Básica;
2. Etapa de inducción profesional y socialización en la práctica
3. Etapa de perfeccionamiento
Y, aclara la autora, las etapas no son lineales ni rígidas, “por tanto un profesional puede al mismo tiempo desarrollar su etapa de inducción profesional y de perfeccionamiento de manera simultánea incluso con su formación básica”. 2 Pero, aclara la autora, cada etapa tiene su especificidad.
La primera, o etapa de formación básica, se asocia a la obtención de un título que avala el ejercicio de la docencia. Esta etapa, dice la autora de la ponencia, debe ser revisada profundamente, si estamos hablando de nuevos paradigmas educativos, ya que debe ser un cambio abierto a la innovación educativa. Las demás etapas se refieren a los programas de especialización, en el caso de la segunda; y la educación continua en el caso de la tercera.
Afirma que la formación docente se caracteriza por su complejidad, debido, entre otras cosas, a que es una actividad que se desarrolla en un ambiente dinámico en el que se debaten nuevas teorías y nuevos paradigmas, realidad esta que se manifiesta de tres maneras:
1. Enfoque proceso producto: en esta visión la atención se concentra en identificar las características de la práctica docente para obtener mejores aprendizajes de los alumnos. Es, en resumen, conductismo puro y duro.
2. Pensamiento del profesor: desplaza el foco de las conductas del profesor y del estudiante hacia los pensamientos del primero. Está vinculado este enfoque con la teoría del procesamiento de la información.
3. Profesional reflexivo: en esta visión se propone una epistemología que identifica los tipos de conocimientos valiosos desde el punto de vista pragmático, y que no son necesariamente conscientes ni pueden verbalizarse. Es el constructivismo más puro.
Las dos últimas visiones reconocen la importancia de los procesos mentales internos en la explicación del comportamiento humano. Un elemento claro, es que en todo acto educativo hay implícito una teoría pedagógica, una visión del mundo, la defensa de determinados valores y sobre todo la puesta en evidencia de los paradigmas explicativos que defendemos:
La importancia de las teorías implícitas viene dada porque… estas funcionan en todo momento como el marco de referencia dentro cual los profesores comprenden e interpretan las experiencias que están viviendo y desde la cual actúan racionalmente. Se asume una relación entre pensamiento y acción… las teorías implícitas son un conocimiento que está en la acción y que no puede explicitarse verbalmente. 3
¿Cómo combinar estas teorías implícitas existentes en los profesores y la formación docente? ¿Cómo combinar la complejidad de la formación ante los nuevos paradigmas en profesores que están formados en viejas, a veces obsoletas, concepciones de la vida y superadas prácticas de enseñanza? La autora se responde a estas terribles preguntas diciendo:
Es necesario que en los programas de formación docente se implementen acciones encaminadas a tratar el tema de las teorías implícitas, pero no solamente como un contenido que se incorpore a alguna asignatura… sino multiplicar las perspectivas o actitudes epistémicos con respecto a esos objetos… No se trata de limitarse a presentar nueva información, sino que es necesario realizar un conjunto de acciones que permitan a quienes se forman para el ejercicio de la docencia explicitar sus teorías implícitas. Este proceso de cambio requiere una acción intencionada y organizada, por tanto debe planificarse adecuadamente. 4
Finalmente, afirma la profesora que la consideración y el análisis de las teorías implícitas permitirán iniciar un proceso de transformación de los docentes que a su vez puede contribuir con la sustitución de las prácticas pedagógicas que se desarrollan en nuestras escuelas. La única forma para romper el círculo vicioso es a través de una reflexión crítica y profunda de la práctica y de las políticas públicas aplicadas. Es por esta razón que invitamos al MINERD a reflexionar sobre la inversión en la formación docente que están realizando. Seguimos en la próxima.
1 Douglas Izarra, Formación docente y teorías implícitas, ponencia en el V Encuentro Internacional “Las trasformaciones de la profesión docente frete a los actuales desafíos.
2 Ibídem
3 Ibídem
4 Ibídem