En Villa Vásquez, provincia Monte Cristi, la bautizaron como la Gallina Ponedora, un ingenioso y gracioso sobrenombre para una fiscalizadora que le desgració la existencia a decenas de jóvenes (familiares y amigos de las víctimas calculan que son mas de 200) a los que les ponía droga para extorsionar a sus familias o sacarlos de circulación, precisamente lo que trataba de hacer con un joven que se recortada en una barbería ignorando que estaba siendo grabada.
El video mostrando las acciones de la funcionaria judicial, quien andaba acompañada de varios agentes antinarcóticos, se hizo viral y provocó su cancelación y sometimiento a la justicia; y en esa condición se encontraba hasta que hace unos días un fiscal, en una sorpresiva acción que ordenó investigar de inmediato la Procuradora Miriam Germán Brito, retiró los cargos de asociación de malhechores, falsificación en escritura pública y abuso de poder que pesaban en su contra.
Todo indica que habrá que esperar los resultados de esa investigación para saber qué ocurrirá finalmente con la exfiscalizadora y los cuatro agentes de la DNCD que la acompañaban, pero no hay muchas esperanzas de que reciban la sanción que merecen por sus acciones criminales, agravadas por el hecho de que fueron perpetradas amparados en su autoridad.
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Y no pongo en dudas que la Procuradora, como afirmó en un comunicado, jamás permitiría una actuación inadecuada de algún miembro del Ministerio Público, “ni por negligencia ni por ninguna otra razón”.
Pero los jóvenes a los que la Gallina Ponedora les jodió la vida poniéndole droga tendrán que cargar con ese baldón el resto de sus vidas, pues nunca podrán conseguir un buen empleo, o una visa a Estados Unidos, con un expediente de drogas de sus historias de vida.
Y eso es triste y doloroso, pero también terriblemente injusto, sobre todo después de que un fiscal le retiró los cargos y la mandó para su casa como si no hubiera pasado nada.