El pasado 2 de julio acompañé con mi esposa Ángela a nuestro hijo Rodrigo a su graduación de maestría en administración y políticas públicas, en el afamado Institut d’Études Politiques (Sciences Po) de París, Francia, de cuyas aulas han egresado la mayor parte de los gobernantes de ese y otrospaíses, lo que me llenó de satisfacción y orgullo.
Rodrigo ha tenido una trayectoria intelectual de ciertas coincidencias con la mía. Pasó de escarceos literarios a lo científico de la conducta individual y colectiva y después a las políticas públicas.
En el año 2012, sin que hubiera influencia ninguna de nuestra parte, orientó su carrera profesional hacia el estudio de las ciencias políticas aplicadas, lo que lo ha llevado a trabajar en pasantías dentro de la prestigiosa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El caso es indicativo de lo que ha pasado en el país en el último medio siglo en la educción y el subdesarrollo económico.
Así, la educación primaria solo ha crecido en proporción al aumento de la población y hubo un sensible aumento cuantitativo en el nivel secundario en todos los municipios; pero sobre todo la educación superior ha avanzado de una matrícula de apenas un estudiante cada mil habitantes a cuarenta cada mil; es decir, un crecimiento exponencial que se ha acompañado de un deterioro en valores y preparación básica permitiendo el desarrollo del nivel de postgrado dentro y fuera del país de miles de jóvenes que viven en el extranjero o entre nosotros desempeñando funciones secundarias, sin espacio para desarrollarse.
Es hora ya de darle más oportunidades a esa juventud con mayores herramientas conceptuales y técnicas de las que tuvimos al ingresar al mundo de la política, la economía y el ordenamiento social.
Hagamos que los gobiernos y empresas inviertan en una educación de calidad para todos, no simplemente para edificios sobrevaluados y almuerzo escolar que solo llegan a una parte del estudiantado, que son solo partes de la política social en nuestros países. Hace falta dar más formación y estatus a los docentes, traer temporalmente técnicos calificados de países con experiencia y desarrollar una eficaz supervisión de todo el proceso de la educación.
La actual coyuntura histórica alienta a que jóvenes de edad y con nuevas ideas ocupen puestos de liderazgo en nuestro desarrollo, aunque sin descontar los aportes de quienes desde hace años han estado aportando al avance institucional y a una economía robusta, no parasitaria.