La gravedad de la contaminación por residuos plásticos. No está a la vista el final de las agresiones al ambiente por sobreabundancia de materiales que la naturaleza no degrada ni puede liberarse de ellos en miles de años. A paso de tortuga, si es que camina, aparece sin progresos la sustitución de envases y de otros artículos de intensos usos diarios pero para una sola vez.
En todas las ramas del consumo humano, incluyendo la gama enorme de medicamentos, ingredientes culinarios, artículos para casi todos los aseos y muchos más fines en hogares de ricos y pobres, tienen presencia a chorro objetos malignamente indestructibles que luego llegan a suelos, ríos y costas.
La mensajería de comestibles y compras directas al comercio para reabastecimientos familiares hacen rodar al por mayor y detalle los recipientes desechables que nunca mueren en perjuicio del trozo dominicano del planeta.
El caudal de desperdicios sólidos degrada y compite con los caudales de aguas marinas y fluviales y cada vez más se habita un territorio llevado a deteriorarse aceleradamente.
El reciclaje que atenuaría la marcha hacia el desastre ambiental no le hace mella a la enraizada cultura de no ocuparse más de los envoltorios de mala índole fuera de dejar que vayan a parar a las cañadas o al sistema municipal de recogida, puntual para los residenciales perfumados, pero incapaz de dar destino apropiado a lo que se descarta en todo lugar.
La reutilización de lo que podría seguir sirviendo está muy cerca de cero.