La misma noche del 27 de febrero de 1844 el día más glorioso de nuestra historia republicana; comenzaron las divergencias entre los independentistas que dieron origen al nacimiento de la nación. Las mismas, quedaron evidenciadas en forma inequívoca con la inclusión forzosa en nuestra primera Constitución del aciago artículo 210; votado a imagen y semejanza del funesto Pedro Santana Familias. Desde entonces, esas disyunciones han gravitado en toda nuestra historia hasta llegar a nuestros días, determinando el acceso o la salida del poder en la mayoría de los casos.
Por tal razón, desde que comenzó a vivir en los corazones del pueblo el más atiborrado liderazgo político e insignia moral del pueblo dominicano y, la pluma más privilegiada de toda Hispanoamérica; el legendario Juan Emilio Bosch y Gaviño, éste muchas veces citando a Napoleón o Cicerón pregonaba a los cuatro vientos que, “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”. En ese sentido, si hacemos una retrospectiva histórica podemos sindicar que después de la revolución de abril de 1965; comienza una nueva era en el país de 12 años brutales encabezados por una entelequia con personería jurídica bajo la autocracia absoluta de Balaguer y los intereses de EE.UU.
Resultados de las Divisiones.
La continuidad en el 74 de los crímenes de Balaguer, se debió en parte a la segunda ruptura del liderazgo del PRD que compartían en ese momento Juan Bosch y Peña Gómez. Asimismo, en 1978 comienza la génesis de la democracia y la nueva era del PRD encabezada por Antonio Guzmán Fernández; la cual, terminaría en el 1986 una vez más por la falta de madurez y entendimiento para compartir el liderazgo partidario, esta vez encabezado por Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta. Dichos desencuentros, dieron al traste con el retorno al poder de Joaquín Balaguer, quien también se llevó la antorcha a una hondura tumba por no haber querido compartirla con Jacinto Peinado en 1996.
De igual forma, para el año 2004 a raíz de que el PRD encabezado por Hipólito Mejía no logró ponerse de acuerdo con Hatuey De Camps, en el 2008 Hipólito y Miguel y en el 2012 Miguel e Hipólito, todo esto junto a las grandes transformaciones institucionales y estructurales que se han realizado en el país en los últimos 25 años; 20 de ellos encabezados por los gobiernos del PLD, es lo que nos ha convertido en la maquinaria electoral y política más importante y exitosa en toda la historia dominicana. Y, todo eso se ha logrado gracias a que hemos sido inteligentes en momentos difíciles, serenos en la tempestad, prudentes frente a los retos y; sobre todo, conscientes de que en política se hace lo que más conviene.
Camino a la Autodestrucción.
Ahora que las aguas se encuentran animadas por grandes olas motivadas por corrientes disimiles, y se ven alimentadas por las pasiones, ignorancias profusas y por un estado de ebriedad colérico del poder. Y, además, estimuladas por unas expectativas plausibles de cara a las elecciones del 20. Sin embargo, en el PLD están olvidando por completo que son las ideas y las acciones las que son perpetuas; y ahí solo se está peleando por el poder. Empero, esa idea ecuménica fundada por Juan Bosch que se llama PLD es el instrumento que hay que preservar; lo demás, no son otras cosas que liderazgos pasajeros como lo fue Balaguer quien se creyó imperecedero y, hoy la gente ni mira para el inmueble de la Máximo Gómez No. 25.