Una de las plantas que se abre paso en este año en el paisajismo es la llamada hoya carnosa, también conocida como flor de nácar, de cera, cerilla o flor de porcelana.
Se trata de una planta trepadora de hermosas flores, llamada comúnmente miosotis. El nombre de flor de porcelana o cerilla se debe al aspecto de sus flores, de apariencia cerosa, como si fuesen de porcelana.
Aquellas personas amantes a las orquídeas ahora dividen sus pasiones con esta flor, que el país se puede conseguir en maceteros para plantar en el vivero Orquidomus y como flor para la decoración en la Anthuriana y Jardín Constanza. Esta es una planta fácil de cultivar y puede durar muchos años, se la emplea especialmente en cestas colgantes en interiores o bien en el exterior a la sombra en los climas cálidos.
Además de su indiscutible belleza ideal para decorar tanto dentro como fuera de la casa y de su fácil cultivo, la hoya se ha ganado un espacio entre los amantes de las plantas por su capacidad para adaptarse bien a los climas cálidos, siendo la semi sombra el entorno perfecto para su desarrollo.
El uso de nuevas especies como fuente de inspiración en la jardinería es una de las principales tendencias para la ornamentación de jardines y la decoración de interiores con plantas.
Condiciones particulares para el desarrollo:
Suelo. El suelo donde se la plante debe ser húmedo, con buen drenaje y fresco.
Algo que incentiva su floración es mantenerlas en macetas pequeñas o en suelos con nitrógeno, además esta planta es capaz de florecer varias veces del mismo pedúnculo, tanto en el mismo año como en años posteriores a la primera floración.
Temperatura. Es una planta de clima templado y se desarrolla naturalmente debajo de las copas de los árboles, pero no resiste muchas corrientes de aire fresco.
Requiere de una temperatura cálida y humedad ambiental, debiendo ubicarla en un sitio con temperatura más fresca luego de su floración. La temperatura ideal para cultivarla es entre los 15 y 25ºC, asimismo soporta temperaturas que varían de tal parámetro, incluso luego de la floración, en el periodo de reposo puede resistir heladas débiles, y hasta resultan beneficiosas para esa etapa de descanso.
Riego. Requiere de un riego abundante y regular durante su desarrollo (primavera y verano), disminuyendo luego de la floración. En los meses de otoño e invierno, como las hojas carnosas tienen reservas, hay que reducir el riego, permitiendo que el sustrato se seque entre un riego y otro.
La hoya carnosa reserva agua en sus hojas, por lo que se deberá tener cuidado de no excederse con el riego, que es uno de sus puntos débiles, ya que esta planta no tolera el exceso de agua.
Luz. Necesita inevitablemente de buena luz, pues en caso contrario no florece. Favorece la floración si recibe el sol directo de la mañana, así como ubicarla orientada al este o al sur cerca de una ventana hasta que culmine la floración, pero luego de ésta, evitar el sol directo porque se corre el riego de quemar la planta.
Abono. Durante el período de floración se aconseja añadir algo de fertilizante, que contenga potasio, cada 20 días. Es conveniente también abonar en los meses de primavera y verano también, observando de no provocar un exceso de abono porque esto puede causar la caída de las hojas.
Cambio de maceta. La hoya carnosa crece sin problemas en pequeños maceteros pues dispone de un sistema radicular pequeño, sus raíces necesitan apretarse y llenar la maceta para estimular la floración, por lo que solo necesita que se cambie a un envase más grande cada dos o tres años.
Multiplicación. Se multiplica sin dificultades por esquejes (tallos) o acodo (lo que conocemos popularmente como “hijitos”).
Es muy importante saber que en caso de multiplicar por esquejes habrá que hacerlo solo en primavera tomando trozos de tallo del extremo con dos o tres nudos, efectuando el corte debajo de ellos: sólo se retiran las hojas de la base dejando las otras.