¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová. 2 Samuel 7: 20
Dios está buscando un pueblo que deje a un lado apellidos, clase, posición, fama y se humille delante de Él; que reconozca su condición de siervo para poder servir con excelencia. Pero a veces se nos hace difícil tomar esa posición porque estamos llenos de paradigmas que nos impiden tener esta actitud.
Cuando tomamos la posición de siervos nos hacemos esclavos por amor, entendiendo que no hay una ofrenda mayor que pueda ofrecérsele. Cristo se despojó de toda Su gloria y se hizo hombre como nosotros para servirnos, dándonos una gran lección de humildad.
No podemos pensar que si nos humillamos perdemos nuestros derechos. Al contrario, cuando lo hacemos nos enaltecemos delante de Él porque estamos obedeciendo Su Palabra. Por eso, no nos dejemos llevar por el orgullo que impide que seamos verdaderos servidores de Cristo y de Su Iglesia.
La recompensa es grande para el que vive humillado delante de Su Presencia. David era pastor de ovejas. Para sus hermanos era lo peor que podía hacer hasta tal punto que lo denigraron, pero David tenía un corazón para servir a Dios y nunca menospreció el trabajo que hacía. Al contrario, su corazón estaba para adorarlo. Por eso pasó de un corral al Palacio, de ser pastor a ser rey y de cuidar ovejas a cuidar toda una Nación.