La independencia dominicana fue un proceso

La independencia dominicana fue un proceso

La independencia dominicana fue un proceso

El 27 de este mes se celebra el 178 aniversario del inicio del proceso independentista dominicano. Nótese que no escribí el “aniversario de la independencia nacional”. ¿Por qué? La creación de nuestra República Dominicana fue un largo, larguísimo proceso de construcción que duró varias décadas.

El primer gran hito fue la fundación de La Trinitaria, el primer partido político, el 16 de julio de 1838. Luego se produjo la firma del “Manifiesto del 16 de Enero de 1844”, que se le llamó el “Acta de Independencia”, yo le denomino “Acta de Separación” porque evidencia el control de los sectores más conservadores de la sociedad. En ese importante documento se habla de separación, patria o muerte; pero nunca de independencia. ¿Semántica? ¡No! Política. El grupo dominante quería separar la parte este de Haití para buscar el apoyo de una potencia imperial, la que fuese: España, Francia, Estados Unidos, Alemania o Inglaterra.

Los trinitarios, conociendo los intentos de Buenaventura Báez con el Plan Levasseur, decidieron adelantar el llamado a la creación de la nueva nación. Por eso fueron llamado el grupo de los febreristas. Así, el 27 de febrero de 1844 Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez en la “Puerta del Conde”, en Santo Domingo, donde se llevó a cabo la declaración de la guerra de la Independencia. Ese es el tercer hito importante del largo proceso.

El cuarto hito fue la proclamación de la Primera Constitución de la República Dominicana el 6 de noviembre de ese importante año, 1844. Una carta magna autoritaria, profundamente conservadora y que le otorgaba al presidente Santana poderes extraordinarios mediante el artículo 210 de la Constitución. El hito siguiente, el Quinto, fue la Anexión a España en 1861. El sexto sería “La Guerra de Restauración”, que fue sin duda alguna el verdadero enfrentamiento por ideales nacionalistas en contra de una potencia imperial. El hito sexto sería el “Arrendamiento de la Península y Bahía de Samaná” en diciembre de 1872, de parte de Buenaventura Báez, el prototipo de político oportunista y proimperial. El séptimo y último hito sería la anulación del contrato de parte del presidente Ignacio María González en marzo de 1874.

Como podrá verse, estos hitos se desarrollaron en 36 años. Esta posición de que la independencia dominicana fue un largo proceso de lucha que se inició en 1838 y finalizó en 1874, no es una invención mía, es una idea que planteó Pedro Henríquez Ureña hace ya mucho tiempo. Señala el intelectual universal que 1874 marca el momento en que las fuerzas más conservadoras y proimperiales abandonan este proyecto por siempre. El anexionismo a cualquier potencia extranjera fue, sin duda, el gran proyecto conservador. Primero fue el Plan Levasseur, es decir, entregar a Francia el poder político una vez se produjera la salida de Haití. Después, una vez se proclamó la República Dominicana, Santana envió misiones completas a negociar “la anexión” o el reconocimiento de la independencia a: Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España.

Las verdaderas fuerzas independentistas, que abogaban por una nación libre, independiente y soberana eran los trinitarios, dirigidos por Duarte, pero eran minoría. Incluso, varios de ellos, entre los que podemos mencionar a Mella, sucumbieron a la ambición. En efecto, el patricio traicionó sus principios y fue el jefe de misión santanista. Y llevó el mensaje al seno de los gobiernos imperiales de anexión o reconocimiento. Los hechos de la historia deben analizarse en la profundidad y complejidad en que se produjeron.

Este 27 de febrero tendré que escuchar las bocinas hablando de la patria, a los diferentes “líderes” políticos defender su amor por esta patria que nos legaron los trinitarios. Basura política, discursos vacíos, que no hacen más que repetir acríticamente palabras huecas, vacías, llenas de errores conceptuales, y con una clara ideologización que no busca enseñar ni mostrar la verdad histórica.

Y mientras los escucho, si puedo finalizar y mi paciencia me lo permite, volveré a leer el canto triste de Salomé Ureña a su patria amada.

A la Patria
Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,
sobre tus hombros puso la bárbara crueldad;
levanta ya del polvo la ensangrentada frente,
y entona el himno santo de unión y libertad.
Levántate a ceñirte la púrpura de gloria
¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón!
Tu rango soberano dispútale a la historia,
demándale a la fama tu lauro y tu blasón. (…)
Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento
se mezclen a los tuyos mis himnos de placer;
permite que celebre tu dicha y tu contento,
cual lamenté contigo tu acerbo padecer.

Yo vi a tus propios hijos uncirte al férreo yugo,
haciéndote instrumento de su venganza cruel;
por cetro te pusieron el hacha del verdugo,
y fúnebres cipreses formaron tu dosel.
Y luego los miraste proscritos, errabundos,
por playas extranjeras llorosos divagar;
y tristes y abatidos los ojos moribundos
te vi volver al cielo cansados de llorar.

Salomé Ureña de Henríquez (fragmento)

Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares
el arpa con que quise tus hechos discantar,
porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares
no pude ni un acorde sonido preludiar.

Mas hoy que ya parece renaces a otra vida,
con santo regocijo descuelgo mi laúd,
para decir al mundo, si te juzgó vencida,
que, fénix, resucitas con nueva juventud;
que ostentas ya por cetro del libre el estandarte
y por dosel tu cielo de nácar y zafir,
y vas con el progreso, que vuela a iluminarte,
en pos del que te halaga brillante porvenir;

que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos,
y juran devolverte tu angustia dignidad,
y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos,
y paz y bien nos brindan unión y libertad.

¡Oh Patria idolatrada! Ceñida de alta gloria

prepárate a ser reina del mundo de Colón:

tu rango soberano te guarda ya la historia,

la fama te presenta tu lauro y tu blasón.
Salomé Ureña de Henríquez Salomé (fragmentos)

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