La tasa de inflación del país se había desviado de su rango meta, pero en el año 2023 terminará en este rango, que es de 4% más o menos un punto porcentual
2023 ha sido el año de encarrilamiento de la inflación y del inicio del ciclo de reducción de las tasas de interés, luego de un período de endurecimiento de la política monetaria para hacer frente a la expansión fiscal y monetaria que inundó al mundo en medio de la pandemia para mantener con vida a la economía.
La tasa de inflación se había desviado mucho de su rango meta, que es de 4 por ciento más o menos un punto porcentual. En 2021 la tasa de inflación promedio fue de 7,83% y al cierre de 2022 llegó a su punto más alto en el último lustro: a 8,81 por ciento.
Pero la inflación interanual medida desde septiembre de 2022 hasta septiembre de 2023 se ubicó en 4.41 %, manteniéndose dentro del rango meta y se espera que al cierre del presente año se conserve en ese horizonte. El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo ha previsto que terminará en 4.0 %.
Obviamente, esa reducción de la inflación dio razones al Banco Central para cambiar la prioridad de la política monetaria, y lo hizo oportunamente. Después de diez aumentos en la tasa de política monetaria, el Banco Central ha dispuesto a partir de mayo de este año cinco reducciones de tasas. Fueron medidas necesarias y oportunas para evitar una mayor contracción económica.
El ritmo de crecimiento de la economía dominicana ha bajado, pues en 2022 el PIB creció 4,9% y al cierre de 2023 se espera que crezca 2.5%. De hecho, el gobernador del Banco Central, licenciado Héctor Valdez Albizu, ha informado que el indicador mensual de actividad económica (IMAE) registró un crecimiento interanual de 4.2 por ciento en noviembre de 2023, la tasa más alta del presente año.
Pero no hay duda de que la reducción en el ritmo de crecimiento hubiera sido más pronunciada y hoy el FMI no estuviera proyectando un crecimiento de 5,2% para 2024 (por encima del ritmo de crecimiento potencial de la economía dominicana) si no se hubiera iniciado oportunamente ese ciclo de reducción de tasas.
O sea, sin desmedro del aporte hecho por el fisco para ayudar a encarar la difícil coyuntura que fue creada por la pandemia y la guerra, resalta la maestría con que fue conducida la política monetaria: cuando tuvo que ser endurecida para evitar que los precios se fueran de control, el Banco Central de la República Dominicana estuvo entre los primeros del mundo en hacerlo, y cuando llegó el momento de cambiar la prioridad a medidas que apuntalaran el crecimiento tampoco le tembló el pulso para asumir el riesgo.
Y los resultados hablan en su favor.