Durante la mayor parte de los últimos 30 años, la República Dominicana vivió tiempos de crecimiento y estabilidad macroeconómica, con baja inflación y moderada devaluación del peso. Eso contribuyó a reducir la pobreza y a expandir la clase media en una sociedad que todavía mantiene grandes desigualdades.
En el año 2020, la pandemia produjo un bajón en el crecimiento económico y una moderada devaluación del peso, mientras la inflación se mantuvo contralada. Para el 2021, el crecimiento económico se restableció y la moneda se revalorizó ligeramente, pero la inflación afloró.
Desde el inicio, el gobierno del PRM contempló hacer una reforma fiscal para recaudar más, pero la clase media que protesta en las redes sociales se opuso rotundamente, dejando al Estado sin ese instrumento para mejorar sus ingresos.
Sin dudas, aumentar los impuestos en un momento inflacionario hubiese sido devastador para la población.
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Detenida la reforma fiscal se generó la expectativa de que llegarían tiempos mejores al aminorar la pandemia. Lamentablemente, la inflación ha sido testaruda y el conflicto armado en Ucrania la agudizó.
La inflación preocupa a la ciudadanía y al Gobierno porque es un roedor dañino que drena el poder adquisitivo de la gente y empobrece.
En esta coyuntura, hay factores externos e internos que generan el aumento de los precios; entre los más importantes: la reanudación de la demanda de bienes y servicios, problemas en la cadena de producción y distribución, aumento de la masa monetaria en muchos países (incluida la República Dominicana) y el aumento del precio de los combustibles.
En la República Dominicana las remesas ayudaron a las familias dominicanas a compensar por la pérdida de ingresos durante la pandemia. Pero en la medida que se eliminan los apoyos públicos en los Estados Unidos y aumenta la inflación allá, se hará más difícil para los dominicanos enviar tantas remesas. Hay que observar.
Con la reforma fiscal pospuesta, el Gobierno dominicano ha impulsado la reducción de subsidios a la electricidad para reducir sus gastos, pero el aumento de precios de los hidrocarburos dificulta que se produzca un fuerte ahorro para no transferir al consumidor el costo adicional.
La pregunta crucial es: ¿Cuánto más podrá endeudarse el Gobierno dominicano para no aumentar los impuestos y mantener subsidios a los combustibles?
El Gobierno apuesta a que un alto nivel de crecimiento económico postpandemia aumentará los ingresos fiscales para poder solventar los compromisos del Estado, tanto los gastos internos como el pago de la deuda pública. A la espera están a ver si eso se produce.
En general, los gobiernos tienen actualmente opciones limitadas y molestosas para controlar la inflación rápidamente porque el remedio monetario contra la inflación (encarecer el dinero para disminuir el consumo) no es favorable en momentos de crisis económica provocada por la pandemia y la guerra.
La inflación perturba no solo la economía, también la política por el descontento que genera en la ciudadanía y se expresa en el rechazo a los gobiernos. Cuando se esperaba un respiro, el mundo entra en un ciclo de inestabilidad política postpandemia.