Solo Trujillo y sus cercanos colaboradores conocieron la intención política oculta al designar con nombres de provincias algunas calles de Santo Domingo cuando ya las denominaciones se habían perpetuado en la memoria de los dominicanos.
La justificación del Consejo Administrativo de Santo Domingo consistió en afirmar que una de las características de “la gloriosa Era de Trujillo” era “el fortalecimiento de la unidad nacional entre las regiones y comarcas del país y que, fruto de esa obra, era la reafirmación “del concepto según el cual la capital de la nación pertenece por igual a todas las provincias de la República”.
Consideraba el cabildo que el dictador fue “el primer sostenedor y propulsor” de esa idea y por lo tanto decidió “consagrar un recuerdo de Ciudad Trujillo a cada una de las provincias dominicanas” bautizando con sus nombres “un número de calles, o dando a algunas de estas los nombres de las comunes o cabeceras cuando el de la provincia figure como recuerdo de algún prócer, caso que ocurre con los nombres de Duarte, Espaillat y Meriño”.
Así nacieron el 22 de septiembre de 1941 las calles llamadas Barahona, Benefactor, Trujillo, Azua, Macorís, Seibo, Samaná, Puerto Plata, Monte Cristi, Libertador, Santiago, La Vega, Moca, San Francisco de Macorís y Monte Plata.
Años después, el 30 de junio de 1950, Virgilio Hoepelman, miembro de la Comisión de Orden Pública, Tránsito y Seguridad, propuso que se asignaran “los nombres ilustres” de San Rafael, Baoruco y San Cristóbal a otras vías porque eran “jóvenes demarcaciones provinciales creadas en la Era de Trujillo y ubicadas en la región fronteriza, las primeras”, y San Cristóbal debido a que era “la hoy espléndida capital de la Provincia Trujillo, ciudad cuyos pergaminos ostentan, en la primera faz del siglo IXI, la floración de nuestra Carta Magna, y en su segunda faz, el nacimiento del notable Estadista cuya obra de gobierno es aún prez y lustre de los dominicanos todos”.
A muchas de estas calles les fueron sustituidas las identidades a la caída del régimen porque rendían tributo al sátrapa. Extrañamente ha quedado en San Carlos la calle “Libertador”, como era reconocido el dictador, al igual que Pedro Santana, ovacionado como “el Libertador de la Patria”.
Vicente Tolentino reproduce en su Historia de la división territorial la Ley 1531 de 1938 que en su artículo primero expresa: “La provincia Dajabón, recién creada por la disposición 1521… se denominará en lo sucesivo provincia Libertador en honor del generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina…”.
Los cambios. La que era calle Benefactor se describía de sur a norte, desde la avenida George Washington a la Independencia “y queda inmediatamente al este del parque Ramfis (Eugenio María de Hostos). Es la hoy Fabio Fiallo. La denominada Trujillo, “que va de sur a norte, de la avenida George Washington a la avenida Independencia, y queda inmediatamente al oeste del parque Ramfis”, es la actual Presidente Vicini Burgos.
La que “va de sur a norte, entre María de Toledo y Bartolomé Colón y Arzobispo Valera”, era la Azua, que ahora honra a Felipe Vicini Perdomo.
La Macorís permanece entre Hostos y 19 de Marzo, empezando en la Arzobispo Portes y terminando en el parque Duarte.
La Seibo, ubicada entre la José Dolores Alfonseca (30 de Marzo) y la Uruguay, es la hoy Julio Verne. Hay una Seibo en Villa Juana.
La Samaná, que era descrita entre Nicolás de Bari (hoy Federico Henríquez y Carvajal y trasladado el de Bari a otra zona) y Juan Isidro Jimenes, es la Pedro A. Lluberes. Existe una calle Samaná en el barrio Mejoramiento Social.
La Puerto Plata de entonces es el Callejón de Regina, localizado entre la Padre Billini y la Arzobispo Portes, al que pocos llamaron Puerto Plata. Al respecto dice Luis Alemar: “…También se le nombraba Callejón de la Sacristía de Regina, por encontrarse esta última en dicho callejón. Con fecha 22 de septiembre de 1941, el Ayuntamiento, deseando ofrecer a la provincia de Puerto Plata un testimonio más elocuente de su simpatía, designó este pedazo de calle con el nombre de Puerto Plata”.
Entre los barrios Simón Bolívar y Capotillo hay una calle Puerto Plata.
Se ha conservado la calle Monte Cristi, “partiendo de la avenida Braulio Álvarez (en esa área es 27 de Febrero) y termina al norte de la Barahona”.
La Libertador, tal como la describe la ordenanza de 1941, “va de oeste a este, partiendo del Parque Abreu entre este y la iglesia de San Carlos”.
De la calle Santiago han variado los límites. Nace en la Bernardo Pichardo y muere en la Santo Tomás de Aquino.
La Vega es la Enrique Henríquez, al sur de la avenida Bolívar, partiendo del parque Independencia y la que antes se llamaba Moca, es la hoy Jonas Salk, entre “Julio Ortega Frier y Wenceslao Álvarez. Hay otra Moca que nace en la avenida San Martín y termina en la avenida de Los Mártires.
La San Francisco de Macorís perdura, pero en vez de ir “de este a oeste, entre Ciriaco Ramírez y Doctor Brenes”, con el tiempo ha quedado naciendo en la Hilario Espertín y terminando en la Paseo de los Periodistas.
La Monte Plata parece que nunca existió. La resolución solo da como parámetros “entre las calles 5 y 9 y llamada ahora número 7”.
La sugerencia de Virgilio Hoepelman fue acogida y se llamó San Cristóbal a una de las más transitadas y extensas avenidas de la capital, pero en 1991 fue bautizada con el nombre del luchador antitrujillista y antibalaguerista Homero Hernández Vargas. Tal como propuso Hoepelman hay una vía Baoruco en el barrio Simón Bolívar, y San Rafael en Las Cañitas, aunque es probable que estas últimas no guarden relación con su petición.
Más pueblos. Después de la iniciativa trujillista, el mapa de Santo Domingo se ha llenado con nombres de otros pueblos, en diferentes sectores: Salcedo, Jimaní, Elías Piña, Pedernales, Baní, Matanzas, Boca Canasta, Sombrero, Paya.