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A Mercedes y Siegfried
Acabamos de publicar una serie de artículos sobre “La era de la incertidumbre” en la que abordamos las principales implicaciones de la crisis Rusia-Ucrania. En esta serie, veremos cómo alguna de las acciones, aparentemente sin justificación, sí la tienen a través de la Economía Conductual.
En algún momento, nos hemos hecho esta pregunta: ¿Por qué tomamos alguna acción que, en poco tiempo, nos parece irracional? Un ejemplo reciente de la irracionalidad: a principios de la pandemia, cuando muchísimas personas en el mundo abarrotaban los supermercados, aun cuando se aseguró que no habría escasez alimentaria. El miedo se constituyó en una emoción latente que rigió las decisiones de un sin números de individuos.
Es oportuno recordar que la economía conductual o del comportamiento es la rama de la Economía que, de la mano de la psicología, estudia las decisiones del individuo desde una perspectiva más allá de lo racional.
En principio, la economía asumía que los individuos siempre somos racionales, y que esto se reflejaba directamente en las decisiones que tomamos. En este sentido, Daniel Kahneman, Premio Nobel de economía, demostró que las decisiones irracionales son inherentes al ser humano. Más adelante, Herbert Simmons propuso el modelo de racionalidad limitada, que explica que el ser humano toma decisiones limitadas por tres categorías principales: la información disponible, la limitación cognitiva y el tiempo disponible para actuar.
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Primero: que al momento de decidir las personas no tengan toda la información disponible, segundo: la limitación cognitiva incluye la influencia cultural a la que estamos expuestos -el estado emocional en que nos encontremos y la tendencia a imitar lo que los demás hacen-. Tercero: el tiempo que tenemos para tomar la decisión influirá, en gran manera. en la evaluación de las alternativas disponibles.
El proceso de toma de decisiones es más complejo que solo elegir las alternativas que más nos convengan, pero la racionalidad puede que se vea empañada porque tengamos un estado de ánimo por debajo de lo común, porque nos sintamos presionados a actuar rápido, porque estemos cerca de un grupo o porque estemos acostumbrados a hacer lo mismo.
Entender que las personas pueden elegir lo que no les conviene significa que se pueden prever escenarios que, anteriormente, ni siquiera se consideraban posibles. Este tipo de conocimiento puede significar una comprensión más eficiente de los entornos, tomando en cuenta la posible irracionalidad de los individuos en sus decisiones y su impacto a nivel general.
Sabemos que la economía conductual elabora modelos basados en la observación empírica del comportamiento de los individuos, y así deduce por qué razones tomamos decisiones que no son las más racionales desde un punto de vista lógico. En nuestros próximos artículos trataremos los avances que ha tenido la economía conductual al descubrir principios generales y su uso en la actualidad.
Investigadora: Julissa Lluberes