Esta semana estallaron manifestaciones en algunas ciudades de China en repudio a las estrictas medidas por el rebrote del covid-19, según describen agencias de noticias. Y la represión no se hizo esperar.
Hay que recordar que marchar, vociferar o levantar una pancarta en China es un reto que puede pagarse con una “visita” al calabozo. Protestar aquí es un verdadero “Juego del calamar” cargado de riesgos más peligroso que caminar sobre vidrios o esquivar balas como los personajes de Hwang Dong-hyuk en la famosa serie.
Y además de pedir libertad y repudiar las normas anti-covid, muchos exigieron la renuncia del presidente Xi Jinping. Así Shanghái, Guangzhou, Beijing, y otras ciudades, se han llenados de blindados con militares que evocan las represiones militares de Hong Kong, y que muchos desearían que desembocaran en un “Tiananmen”.
“Tiananmen de 1989” es una página que China silencia: Nada de muertes, nada de tanques y nada de aquel hombre desarmado frente a una hilera de blindados. Pero en 2017 Gran Bretaña desclasificó documentos sobre la masacre y cita que el entonces embajador inglés, Sir Alan Donald, notificó 10 mil muertes. Otras fuentes dan cifras más altas.
Ahora para protestar y evitar ser acusado de ofender al gobierno, manifestantes usan páginas en blanco, un artificio que nació en Honk Kong cuando un activista se le ocurrió levantar un pedazo de papel limpio. Ese papel no dice nada y lo dice todo: Queremos libertad, reformas, menos confinamientos y la cabeza de Xi Jinping.