El 34% de la población dominicana tiene entre 15 y 35 años (ONE/2016), que es el rango de edad donde se comprende la juventud –deberían llevarlo hasta los 45 años-. Hablamos de más de 3.4 millones de individuos que se mantienen en constante evolución en busca de la plenitud. “La juventud está perdida” se dice en las esquinas, sin embargo, si eso fuera cierto no quedara un alma viva en esta media isla.
Sí, hay una porción -mínima- de muchachos que delinquen, pero no son mayoría. A ellos hay que analizarlos con lupa porque algunos entran al dolo por la incapacidad de defender sus ideas en un entorno tóxico y otros lo hacen para sobrevivir ante las desigualdades sociales. Un tercer grupo, el peor, lo practica por sociópata.
Antes del milenio la norma era cursar una carrera que generara lucro sin complicaciones, aunque no fuese la pasión del cursante. Y así te encuentras con un contable de chofer, un abogado atendiendo un colmado o un médico en el almacén de una farmacia. No es que no tengan la capacidad de ejercer sus profesiones, es que sin sazón no hay gusto y eso solo lo da el amor por el qué hacer. El título no garantiza bolsillos llenos.
La generación actual se mueve por pasión, estudia lo que le llena porque ya saben que esa es la ruta más cercana a la plenitud emocional. Si te sientes estable por dentro, la batalla externa será mucho más ligera. Ya no es raro encontrar un joven antropólogo, un emprendedor tecnológico, un desarrollador de software, un cirujano veterinario, un biólogo marino o alguien con un modelo de negocio exitoso sin título universitario.
Todavía recuerdo a mi papá exhortarme que estudiara agronomía porque tenía mi futuro económico “asegurado” con parientes del área. ¿De dónde le habrá salido esa idea de éxito? Realmente lo que él me instaba no era raro para su generación, irse por el camino seguro con una carrera que permitiera vivir pobremente bien. Cuando él subió el triunfo se media por la salud del bolsillo, que por suerte eso va cambiando.
Decidí no hacerle caso y estudiar por pasión más que por compasión. Quizás si hubiese seguido su consejo hoy, en vez de escribir este artículo, estuviera abonando la flora en una montaña local (que es muy bueno) siendo infeliz. A diario nuestros jóvenes reciben el fatídico consejo de no estudiar tal o cual carrera porque “no deja dinero”, nada más errado que eso. ¿Quieres ganar dinero? Se el mejor, y eso solo se logra con pasión.
Cuando somos infantes soñamos con ponernos muchos uniformes, pero al crecer todo eso se queda en la caja de los juguetes. ¿Por qué? Porque la sociedad tiene patrones de “éxito” donde no entra el bombero porque gana muy poco, o el astronauta porque “un pobre” no puede serlo, o simplemente porque la familia quiere mantener la tradición del oficio. Hay mucha gente mojando sus postres con lágrimas por no amar lo que hacen.
Olvídese de los límites y haga solo lo que le llena porque es la única vía para alcanzar la plenitud. Trasciende y siempre ve por más porque “el que hace lo que ama está benditamente condenado a la felicidad”, decía Facundo Cabral. Neil llegó a la Luna porque siguió sus sueños, ¿qué tal si eres el primero en Marte?