Nos referimos a la lealtad en la actividad política. Muchos han logrados pingües beneficios de la deslealtad política. Transitan de aquí para allá. Y de allá para acá. El hombre de vergüenza milita en una organización política, en la que “abraza” sus pensamientos y cree en eso. El que llega a la actividad política para vivir de eso, no “ama” partido alguno. Son los llamados tránsfugas. En República Dominicana se ha tratado de acabar con el transfuguismo en la actividad política con leyes de partidos y electorales, pero no se ha logrado.

El reciclaje de los avivatos ha seguido en perjuicio de los leales, quienes permanecen estáticos en sus organizaciones políticas, no se sabe esperando a quién. Pensamos que las dirigencias de los partidos relegan a los fieles a segundo, tercero y cuarto planos, en el entendido de que fulano siempre está con nosotros, tenemos que caerle atrás a mengano que se fue. Cuando mengano regresa, llega por todo lo alto. Realmente la política es para sinvergüenzas.

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Por: Juan Terrero Pérez

Cómo logrará mantenerse en el poder un partido que no ha logrado mínimamente satisfacer las aspiraciones de un empleo para la militancia de esa organización? ¿Es posible que, en estos tiempos de insatisfacciones, esa militancia se convierta en masoquista y vuelva a trabajar con el mismo ahínco por su partido en el Gobierno?.

¿Qué tan “amarrado” dejó el Partido de la Liberación Dominicana al Partido Revolucionario Moderno que no ha podido hacer los cambios en los puestos públicos para satisfacer una buena parte de su militancia y dirigencia media?.

O ¿acaso será por dejadez de sus funcionarios que el Gobierno no ha podido cumplir con la base del PRM que reclama con derecho una posición en el gobierno? Esas interrogantes sólo puede responderlas el presidente Luis Abinader y sus funcionarios que durante estos dos primeros años de gestión se han escondido de la dirigencia media y la militancia del PRM.