El pasado domingo, el pueblo participó en las elecciones municipales, donde se emitió el voto de 3,775,587 votos de un padrón habilitado para ejercer el sufragio de unos 8,105,151 millones de votantes según lo informado por la Junta Central Electoral. Dicha cifra de personas que votaron representan un 46.67% y que la abstención (gente que no votó) superó el 53%, una cifra mayor que las municipales de 2020, que su nivel de abstención fue de 50.87%.
Al hablarse de la abstención resurge un debate polémico por el contenido y efímero por las circunstancias, me refiero a la posibilidad del voto obligatorio para poder reducir el nivel de abstención, algunos pueden estar de acuerdo con ello, otros no, pero la realidad es que debemos desarrollar el derecho y deber al voto y como la libertad de decidir de los ciudadanos.
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Para empezar, el sufragio universal es una regla sine qua non de las democracias, donde el ejercicio de elegir no es solamente un derecho, sino también un deber, debido a que toda persona tiene la capacidad en la toma de decisiones democráticas y la oportunidad que tienes es a través del sufragio. El cual se ejerce de manera voluntaria y parte de la decisión de cada individuo elegir por quien votar o no, porque también la abstención se puede considerar una decisión.
Son distintos casos que puede darse esa abstención como la ocurrida el pasado domingo, pero tratar de establecer una obligatoriedad al voto, más que una medida drástica para incentivar, pero la realidad es que la fiebre no está en la sábana. Cuando una persona se abstiene, puede ser por varios factores como puede ser el que el proceso electoral que se celebraba no era de su preferencia; que ningún candidato le generaba simpatía; el descredito que han tenido los actores políticos y; la cantidad de personas que residen en una zona donde no votan, el mejor caso es con los 870 mil votantes hábiles pero residentes fuera del país.
Para evaluar una posibilidad como el sufragio obligatorio se tiene que evaluar el tema cultural, social y la causa de que ocurra cierto nivel de abstención. Con elecciones como las pasadas a muchos dominicanos se le olvida que somos uno de los países de la región con mayor concurrencia a emitir el sufragio, pongo de ejemplo que, en nivel presidencial, donde el nivel de participación electoral de 1978 a 2016 ha rondado en un 70%, es decir siempre un alto nivel comparado a otro país como Colombia que en 2022 se dio su cifra de participación como la más alta en décadas que fue un 55%.
Concluimos con que la libertad ciudadana de emitir el voto es un deber, pero también un derecho para expresarnos y legitimar el poder político ejerciendo la soberanía popular por medio de la democracia. Sobre eso Ferrajoli corroborando con Bobbio, entiende desde un punto de vista formal, que la democracia comprende “aquella libertad positiva que consiste en gobernarse por sí mismo y en que la regulación de la propia conducta no depende de otros, sino de uno”. Por eso es bueno hacernos las dos siguientes preguntas: ¿yo debería estar obligado a hacer uso de mi derecho? ¿Es razonable que el Estado me sancione por no legitimar a las autoridades que me dirigirá?