LA LITERATURA puertorriqueña es un tesoro escondido, bastaría adentrarse en su historia para encontrar su fulgor.
La Feria Internacional del Libro de Santo Domingo se llevará a cabo este año en la calle de Las Damas, tiene como invitada a la isla de Puerto Rico y a las letras puertorriqueñas. La literatura puertorriqueña es un tesoro escondido, bastaría adentrarse en su historia para encontrar su fulgor.
La presencia en el país de importantes escritores sirve para conocer y pensar las letras en la vecina isla. Entre los invitados se encuentra José Luis Vega, quien es el presidente de la Academia Puertorriqueña de la Lengua, integra la generación del setenta. Poeta estudioso de la obra de César Vallejo (“César Vallejo en Trilce”), y uno de los que da el giro prosístico, cotidiano y estético de la poesía puertorriqueña que reacciona a la estética del compromiso de la década del sesenta, “La naranja entera” es uno de sus libros más notables. También a ese período pertenece la invitada Vanessa Droz, autora de “La cicatriz a medias” una poesía que es parte de una tradición de mujeres poetas como Julia de Burgos y Clara Lair.
De los narradores del setenta viene a la feria Tomás López Ramírez que afianza la literatura del Boom latinoamericano con la publicación de “Cordial magia enemiga” (1970) a lo que siguen “Tristes, aunque breves ceremonias” y la novela “Paraje de tránsito” en la que busca reconstruir la historia familiar y la historia nacional con un personaje que emigró desde España, pasa por Santo Domingo y forma familia en Puerto Rico. Junto a Rosario Ferré y Manuel Ramos Otero, López Ramírez es un regio prosista de una generación que busca expresar el lenguaje citadino.
Otros invitados de la Feria del libro son Luis López Nieves, narrador que trabaja la relación entre la historia y la literatura, tema cardinal de los autores de los setenta que buscaban otra explicación al pasado de Puerto Rico. López Nieves,uno de los más jóvenes de esta agrupación, es autor de “Seva” y “El corazón de Voltaire”, entre otros libros. La narradora y poeta Mayra Santos Febles (“Selena Serena llena de pena” y Juan López Bauzá (“Barataria” y “Luzbella” ) son parte de la generación de los nuevos escritores que aparecen en los ochenta con una tangencia con la generación anterior, pero con otras preocupaciones, en el caso de Santo Febres, la sexualidad y la negritud. En el caso particular de López Bauzá, este se enmarca entre los autores que siguen teniendo una posición civil al crear modelos narrativos que expliquen la situación social y política de la Isla como lo hacen Manuel Zeno Gandía, Edgardo Rodríguez Juliá…
Otro de los participantes es Jan Martínez, uno de los poetas más destacados del último lustro de la década del setenta. Tiene un giro estético que acompaña de una construcción que busca la poesía imaginista de la Generación del 27 en España. En sus textos se transfiguran los referentes cotidianos a favor de la creación de un mundo maravilloso. Entre sus libros se encuentra “Prosas (per)versas” y “De tanto mirarte la espuma”, con el que obtuvo el Premio de Poesía del Instituto de Literatura Puertorriqueña en 2018.
Un poco de historia. A mediados del siglo XIX aparecen dos proyectos fundacionales de las letras puertorriqueñas en “El Álbum” y el “Aguinaldo puertorriqueño”. Estas obras que intentan fundar una literatura “indígena”, es decir criolla, da a la isla sus primeros vates. Menciono a Santiago Vidarte, quien con los acentos de Espronceda da a la isla su primer canto memorable. Manuel Alonso le da en “El Gíbaro” su primer relato de leyendas y Tapia y Rivera, prolífico de importancia, le da poemas, novelas, y la obra teatral “La cuarterona”, que expresa los conflictos raciales caribeños. Hostos se distingue en pedagogía y en las letras es el autor de la novela “La peregrinación de Bayoán” y Gautier Benítez el poeta de más altos vuelos del siglo XIX.
Gualberto Padilla “El Caribe” canta a su tierra con la fuerza de una silva americana al estilo de Andrés Bello. Mientras que Pachín Marín y Lola Rodríguez de Tió, de ascendencia dominicana, son junto a Emeterio Betances, las plumas de la confederación de las Antillas. Todos solidarios con la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico. Lola escribe las letras del himno revolucionario “La borinqueña”. Para cerrar el siglo XIX, dos figuras cimeras nos faltan: José de Jesús Domínguez, quien estudió en Francia y escribió el largo poema parnasiano “Las huríes blancas” (1886) con el que adelanta los rasgos poéticos del Modernismo. Y Manuel Zeno Gandía quien le da a Puerto Rico y a América una portentosa novela cruzada por el realismo y el naturalismo y forjada por la técnica folletinesca, “La charca” (1898)
El siglo XX ha dado en Puerto Rico dos destacados poetas: Luis Llorens Torres y Luis Palés Matos en la primera parte del siglo. El primero fue un poeta modernista de distintos registros, desde el criollismo a la tendencia metafísica. El segundo también pasa del modernismo a la poesía social, de esta a la poesía negrista con la que rompe el canon del jibarismo y culmina su vida en la poesía amatoria con sus poemas a Filí Melé. Ambos conciben una poesía antillana. En el treinta se destacan Julia de Burgos, Juan Antonio Corretjer, ambos pertenecen a la corriente política nacionalista, que luego dejarán por el socialismo en los años cuarenta. Nacionalista era también Francisco Matos Paoli que tiene concomitancias estéticas con La Poesía Sorprendida.
Los prosistas de Puerto Rico discuten los problemas culturales y los destinos de la Isla como Antonio S. Pedreira en “Insularismo” (1934) y Tomás Blanco en “Prontuario histórico de Puerto Rico”. Mientras en las décadas del cuarenta y el cincuenta se levanta una nueva hornada de cuentistas como Abelardo Díaz Alfaro (“Terrazo”), con influjo de Juan Bosch; José Luis González y René Marqués, quien fue el dramaturgo de ese grupo con “Los soles truncos” y “La carreta”. Luis Rafael Sánchez con “En manga de camisa” (1966) conduce a la literatura a la generación del setenta con Tomás López Ramírez “Cordial magia enemiga” (1970) y Manuel Ramos Otero, Edgardo Rodríguez Juliá, el cronista y novelista (“La renuncia del héroe Baltasar” (1970), Ana Lydia Vega (“Encancaranublado”), Magali García Ramis (“Felices días tío Sergio”) y Luis López Nieves ( “Seva”).
Las mujeres tienen un boom en los años setenta con Rosario Ferré, Olga Nolla, Vanessa Droz, que siguen a Marigloria Palma, Clara Lair, Marina Arzola y Ángela María Dávila, “Animal fiero y tierno”. Olga Nolla y Rosario Ferré se destacan también en la narrativa con “Papeles de Pandora” (1976) y “El castillo de la memoria”, respectivamente. En la década del sesenta se desarrolla una poesía de corte social más cercana a Pedro Mir con el grupo Guajana, de Vicente Rodríguez Nietzsche, Edwin Reyes y Andrés Castro Ríos. Ya en el setenta la poesía busca otros rumbos con “El pájaro loco” de Iván Silén y la poesía cotidiana de José Luis Vega (“La naranja entera”). Otros poetas importantes del periodo son Jan Martínez y Salvador Villanueva.
En la década de los ochenta surge una generación que tendrá a Mayra Santos Febres, Edgardo Nieves Mieles, Alberto Martínez-Márquez, entre otros, que han continuado la fundación de una literatura puertorriqueña que tiene una firme posición en el concierto de las literaturas nacionales que integran la literatura hispanoamericana.