La democracia con frecuencia no tiene leyes ni armas para defenderse
Desde aquellos muy lejanos días cuando Caín mató a Abel hay en el mundo mansos y violentos. Bueno, en vez de mansos debí escribir pacíficos. Y luego aclaro que pacíficos, no pacifistas que a veces son también una mala plaga.
Ciertamente, eso es algo viejo. Lo nuevo en este campo son los nuevos, algunos novísimos, factores, o más claro maestros de la violencia.
El Presidente citó el otro día uno de ellos. Hablaba de los videojuegos que juegan muchos chicos, algunos muy violentos. Me desanima un poco que el Presidente no agregó al comentario el anuncio de una Orden Ejecutiva destinada a frenar la emisión de tales malignos videojuegos.
Y debió ser porque eso que yo hubiera saludado con mucha alegría es, actualmente, de muy difícil logro. De todos modos, el Presidente ha señalado el camino. Toca a sus seguidores, a los que se desempeñan en ese mundo de las redes digitales desarrollar la estrategia adecuada.
Porque, en los últimos años, por multiples casos estamos observando que la democracia con toda esa riqueza de derechos humanos y de igualdad de todos ante la ley, con frecuencia no tiene leyes ni armas para defender su misma democracia y la integridad nacional.
Eso lo estamos viendo ya en la Europa de la que Inglaterra huye para no contaminarse. (aunque ya tiene un alcalde musulmán en Londres).
Sí, Europa invadida por islamistas y neomarxistas y otras plagas que la izquierda marxista europea consiente y abriga. Puede verse en estos días la lucha de los italianos nacionalistas de Salvini en una lucha que parece algo perdida, frente a la política europea de consentir que los barcos de las ONG financiadas por la izquierda marxista desembarquen en Italia disque «refugiados naufragados» en las costas de África.
Aquí en América por supuesto, todavía no. Pero póngase usted en guardia.